El regalo más preciado de mi vida fue y es la Vida
en el Espíritu Santo.
Veo desarrollarse
mi vida en comunión con la Palabra
del Señor

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 67
 

Quince años de vida en el Espíritu Santo

Quiero, mis hermanos, dar testimonio de que en quince años de camino siguiendo a Jesús nunca he sido defraudado por Él ni por la compañía del Espíritu Santo; a pesar de mis debilidades y pecados, el Amor del Padre sigue fortaleciéndome y dándome nuevos horizontes y realidades santas que desarrollar junto a los hermanos.

Me identifico con la profecía de Joel 3,1-5:

«Después de esto, Yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres: sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños proféticos y sus jóvenes verán visiones. También sobre los esclavos y las esclavas derramaré mi espíritu en aquellos días. Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que llegue el Día del Señor, día grande y terrible. Entonces, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará» (Joel 3,1-5).

En estos años fui testigo de una profunda transformación de mi corazón. La oración comunitaria y la Palabra de Dios fueron quemando mi interior lenta y pacientemente, las cosas del Señor que no comprendía antes hoy puedo entenderlas un poco más. Mi identidad más honda es la de ser hijo de Dios, "hijo pródigo" o adoptivo, pero amado por Dios Padre como Él ama a Jesús.

Y el regalo más preciado de mi vida fue y es la Vida en el Espíritu Santo: poder conocer la paz de la entrega de mis cosas más dolorosas a Dios y recibir a cambio una alegría frente a las pruebas más difíciles. El orar por alguien pidiéndole al Señor la misma gracia de conversión recibida, interceder durante años, y hoy ver a ese hermano en el camino de la fe que a mí me enamoró desde el comienzo. Poder tener una comunidad de referencia que me nutre y a la que siento necesidad de nutrir con la vida en el Espíritu que el Señor me da. Poder servir en la Iglesia que fundara Jesucristo, desde aquí, desde el Movimiento. Poder experimentar el amor matrimonial con una esposa que conocí gracias al llamado que Jesús nos hiciera a esta Obra. Poder esperar un hijo, fruto de ese inmenso amor sacramentado. Poder servir a los hombres desde mi difícil profesión y sentir que es el Espíritu Santo el que me asiste en cada instante de mi día de trabajo, de mil maneras, a veces evidentes y otras más ocultas, pero siempre presente. Poder ser feliz tratando de llevar una vida cada vez menos indigna del Evangelio de Jesús. ¡Tantos "poderes" nos da el Espíritu Santo! Y me doy cuenta de que cuanto más vivo, más lo necesito y Él más se manifiesta.

A lo largo de estos quince años de vida en el Espíritu doy gracias, en primer lugar, a Dios por haberme llamado a seguir a Jesús con mi enorme pobreza, a mis pastores que me ayudaron siempre a volver al Señor y a descubrirlo cuando todo era tinieblas. Gracias a todos mis hermanos que con su fidelidad y entrega me acompañaron en mis opciones y contradicciones a lo largo de este camino; y doy gracias al Espíritu Santo amadísimo, fuente inagotable de esta vida nueva que disfruto con plenitud. Tenía razón Joel. Hoy me uno a su corazón para anunciar al mundo que en estos días, cuando la Redención ha llegado a nosotros, habita en mí y en mis hermanos el Espíritu Santo de Dios, con la plenitud de su Poder haciendo prodigios entre nosotros de tal modo que el Día Grande del Señor ya se anticipó y vivimos el gozo eterno del Amor del Padre.

Ya puedo ser testigo de no que no es "cosa de chicos" seguir al Señor. Cuando era estudiante me decían: "Se te va a pasar cuando choques con la realidad", mientras el Espíritu Santo me repetía: «Jesús dijo: 'Mis palabras son eternas». Cuando estudiaba, trabajaba y estaba en un montón de servicios en el Movimiento, me decían: "¡No descuides tus cosas! ¡Para qué tanta Iglesia!", y por dentro el Espíritu me recordaba: «Busquen primero el Reino, lo demás vendrá por añadidura». Cuando me recibí hubo voces que me repetían: "Buscate un buen trabajo, dale con todo, hacete una posición para el mañana", mientras el Espíritu me recordaba: «El corazón habla desde sus tesoros, y tu tesoro es Jesucristo». Cuando me estaba por casar se me decía: "Ahora sí que vienen las verdaderas privaciones; ya no estarás tan libre como antes para hacer lo que quieras", en tanto que el Espíritu Santo me aseguraba: «Jesús dijo: 'Mi comida es hacer la Voluntad de mi Padre'». Ahora que espero un hijo me advierten: "Ahora sí que vas a ver, se te acaba todo lo lindo; no sos dueño de tus horarios, de tus proyectos, de tu vida", y mi amado Espíritu Santo me recuerda: «Jesús pidió: 'Dejen que los niños vengan a mí pues los que son como ellos entrarán en el reino de los Cielos'». Jesús también nos dijo: «Dios nos ama como un padre a su hijo»… Así veo desarrollarse mi vida en comunión con la Palabra del Señor, y mis aspiraciones son enormes: quiero llenarme del Amor de Dios, ser santo y ser sabio y dejar una huella en la historia, como mi hermano Joel, anunciando que el Espíritu Santo se ha derramado en nosotros en el Bautismo y que quiere liberar todo su poder en nuestras vidas para rehacer la humanidad para Dios y anticipar en la Tierra el gozo que viviremos eternamente en el Cielo.

Que en este Pentecostés quiera el Señor derramar todos los dones de su Espíritu en el Movimiento, a fin de que llevemos una vida de santidad y de anuncio del Evangelio conforme a las necesidades de nuestro hombre de hoy. Que en este Pentecostés se renueve en todos nosotros la experiencia de ser habitados por el Espíritu Santo y que podamos percibir su "aleteo" en nuestro pecho cada vez que lo invoquemos. Que no exista nada que no pueda ser respondido en nosotros por el Espíritu de la Verdad, y que aunque nuestro mundo se vea envuelto en llamas de destrucción nos recuerde el Espíritu que Él nos acompaña hasta el fin de los tiempos.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Luis Salinas
Cristo Vive Aleluia!
Nº 67, p. 10 (1989)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.