El Rosario inspirado

¿El Rosario una forma de oración "carismática"?

La pregunta no sorprende a quienes tienen un ojo en la historia o un oído en los métodos de oración.

Lejos de ser un rito sin sentido, el Rosario nos conduce a la oración meditativa o contemplativa tal como lo hacen la oración en lenguas o la oración de Jesús.

Las tres formas de oración emplean la repetición estilo "mantra" de palabras para llevarnos de la oración vocal o dialogal a la oración más allá de las palabras.

La invitación del Rosario abarca toda la extensión de la Escritura como posible material de meditación, no solamente los quince misterios tradicionales tan familiares a los católicos.

LOS ORÍGENES DEL ROSARIO

Desde sus comienzos en la Edad Media como "el breviario del pobre", el Rosario ha tenido una fuerte relación con la Escritura. En una sociedad analfabeta y sin acceso a la Biblia, las cadenas de paternosters (como llamaban a las cuentas del Rosario) servían para alentar al laicado a participar de la Liturgia de las Horas.

El rezo de 150 Padrenuestros intercalados con antífonas de salmos, se consideraba un sustituto al rezo de los 150 salmos del Salterio, y ya que los salmos estaban divididos en grupos de a 50, también se dividieron las cuentas del Rosario. En inglés la misma palabra bead (cuenta) proviene de la antigua palabra bede (oración).

LA EVOLUCIÓN DEL ROSARIO

A medida que el Espíritu continuó guiando el desarrollo del Rosario, además de los salmos se utilizaron pasajes de los evangelios. En las fiestas marianas, las antífonas de los saludos a María por parte de Gabriel y de Isabel (Lc 1,28 y 42) se hicieron tan populares que pronto formaron el sustrato de la devoción; los fieles se identificaban con María observando los hechos del Evangelio revelado.

La segunda mitad del Ave María se agregó a la oración recién en el siglo XVI, que es también cuando la Coronación reemplazó al Juicio Final como misterio número quince tradicional.

Y así evolucionó el rosarium (jardín de rosas), tan flexible en su concepción como en su práctica contemporánea.

Esta flexibilidad todavía es alentada en la actualidad. Por ejemplo, la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de los EE.UU., en su carta pastoral "Aquí tienes a tu Madre" (1973), urge a ser creativos y a adaptar el rezo del Rosario a las circunstancias específicas, en vez de simplemente correr una carrera de oraciones conocidas: "Además del esquema preciso del Rosario, conocido hace tiempo por los católicos, podemos experimentar libremente" (n° 97). "Son posibles nuevos conjuntos de misterios. Habitualmente hemos ido de la infancia de Jesús a su Pasión, salteando toda su vida pública. Existe aquí rica materia para la meditación del Rosario".

SER CREATIVOS CON EL ROSARIO

Ciertas comunidades religiosas siempre han sido creativas al rezar el Rosario. Incluso algunas han empleado un formato distinto desde el comienzo, como los franciscanos que utilizan una "Corona" de siete décadas. Otras comunidades tradicionalmente han abierto su recitación del Rosario con partes de la Liturgia de las Horas, o con tres Salves en lugar de la forma más familiar.

No hay límite a cuán libremente el Espíritu puede guiar nuestra oración del Rosario. Combinando la familiaridad del formato del Rosario con la apertura y docilidad a los pasajes bíblicos que el Espíritu suscita para que meditemos, llegamos a ser como el dueño de casa en Mt 13,52:

"Todo escriba convertido en discípulo del Reino de Dios se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".

María misma, por supuesto, fue un ejemplo perfecto de dueña de casa que combinaba lo nuevo y lo viejo en su vida de oración. En el Magnificat (Lc 1,46-55) ella adapta a su situación única las frases familiares del canto de Ana (1º Sam 2,1-10). Sigamos su ejemplo, y pidamos su intercesión al traer de nuestras reservas de oración lo viejo y lo nuevo.

¿Cómo podemos practicar la docilidad al orar el Rosario "inspirado"? Aquí van algunas sugerencias:[1]

DESARROLLAR UN CICLO DE MISTERIOS PARA LA INTERCESIÓN

Los "misterios de sanidad", por ejemplo, podrían incluir:

  • Jesús curando a los diez leprosos (Lc 17,11-19);
  • la mujer que tocó el borde de su manto (Mt 9,20-22);
  • el amigo bajado por el techo (Mc 2,1-12);
  • el ciego que necesitó dos imposiciones de manos (Mc 8,22-26);
  • la mujer encorvada por 18 años (Lc 13,10-13).

A veces podría orarse un ciclo de "liberación", empleando eventos en que Jesús expulsó demonios. O conjuntos de misterios utilizando ejemplos bíblicos de humildad, obediencia o paciencia.

Ya sea solos o en grupo, pidan al Espírtu que traiga a la mente las citas apropiadas para enfocar la meditación del Rosario. En una asamblea más organizada, consideren el leer los versículos del pasaje bíblico agregando cualquier aplicación o luz que ayude a la intercesión.

USAR UN CICLO CREATIVO DE MISTERIOS PARA PERSONALIZAR EL ROSARIO EN TIEMPOS DE DUELO

Los pasajes bíblicos que nos recuerdan a una persona fallecida son de gran consuelo en tiempos de pérdida. "Felices los que trabajan por la paz" (Mt 5,9), podría iniciar una acción de gracias por un aspecto de su vida. "El gozo del Señor es mi fortaleza" (Neh 8,10), podría recordarnos su respuesta entusiasta a la existencia. Las viudas mostrando a Pedro las ropas que Dorcas había hecho cuando aún vivía (Hch 9,39), podría expresar la gratitud por los pequeños y prácticos recuerdos que dejó atrás.

Siempre sería útil un conjunto de misterios basados en las propias experiencias de Jesús con la muerte de los que amaba, como cuando lloró al morir Lázaro (Jn 11,35), su deseo de apartarse un rato tras la muerte de su primo Juan el Bautista (Mt 14,13), o cuando consolaba a las mujeres de Jerusalén (Lc 23,28).

Esta clase de prácticas se agregan a nuestras "reservas" de experiencias de oración no solamente para las horas difíciles en la casa velatoria, sino también en los cumpleaños o aniversarios de la muerte del ser querido, cuando deseamos hacer algo especial en su memoria.

PREPARAR CICLOS DE ALABANZA O ACCIÓN DE GRACIAS EN TORNO A UN TEMA COMÚN

Un ciclo de misterios basados en los "Nombres del Señor", por ejemplo, ayuda a mantener la alabanza enfocada y la mente libre de la dispersión: "Rey de reyes" (Ap 17,14); "Cordero de Dios" (Jn 1,29); "León de Judá" (Ap 5,5); "Alfa y omega" (Ap 1,8). La persona que ora simplemente deja que uno de los nombres o títulos venga libremente a la mente al comienzo de cada decena, se toma unos momentos para invocar y contemplar el poder de este particular aspecto del misterio de Dios, y luego mantiene este foco de adoración mientras recita las oraciones de esa decena.

Los temas "Yo soy" en el evangelio de Juan emplean las propias descripciones de Jesús sobre sí mismo para alabarlo por lo que es:

"El Pan de Vida" (Jn 6,35); "El Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6); "El buen Pastor" (Jn 10,14); "La Vid verdadera" (Jn 15,1); "La Puerta de las ovejas" (Jn 10,9).

Un ciclo de misterios "eucarísticos" podría incluir el maná en el desierto (Ex 16,12); las bodas de Caná (Jn 2); la multiplicación de los panes (Jn 6); la última Cena (Lc 22); las bodas del Cordero (Ap 19,7).

También proveen fecundos ciclos de alabanza las parábolas del Reino, las narraciones de milagros, o los dichos de Jesús.

Dejemos que el Espíritu suscite "lo más íntimo de Dios" (1ª Cor 2,10) para nuestra contemplación durante el rezo del Rosario.

USAR MISTERIOS DE ARREPENTIMIENTO O PERDÓN COMO PREPARACIÓN PARA LA RECONCILIACIÓN

Una forma poderosa de prepararnos para el Sacramento de la Reconciliación puede ser el dejar que las palabras de la Escritura nos penetren profundamente mediante la meditación del Rosario: "Yo tampoco te condeno" (Jn 8,11); "Sus muchos pecados le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor" (Lc 7,47); "Tú no desprecias el corazón contrito y humillado" (Sal 51,19); "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen" (Lc 23,34); "Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve" (Is 1,18).

Estas y otras palabras de perdón pueden llevarnos a un arrepentimiento más profundo. También pueden ayudar las parábolas del hijo arrepentido (Lc 15,11-32) o del administrador astuto (Lc 16,1-8).

También pueden profundizar nuestro deseo de conversión los ejemplos de la Escritura específicamente relacionados con nuestra raíz de pecado.

Por ejemplo, una meditación sobre el hijo mayor que dijo que iría a trabajar al campo pero no lo hizo (Mt 21,28-31), o las vírgenes necias que no estaban listas para el novio (Mt 25,1-13).

Pablo nos dice en su carta a los Filipenses (4,6) que "recurran a la oración y a la súplica acompañadas de acción de gracias para presentar sus peticiones a Dios", a medida que avanzamos hacia aquella "paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar". El Rosario ciertamente puede incluirse entre estas formas de oración.

Volvamos a pensar en aquel dueño de casa que saca de las reservas lo viejo y lo nuevo. Se lo describe como un "escriba convertido en discípulo del Reino de Dios" (Mt 13,52). Quizá Mateo se consideraba a sí mismo tal escriba y sabía qué era guardar lo viejo sin perder su entusiasmo por lo nuevo.

Que también nosotros redescubramos muchos tesoros en las reservas de oración de la Iglesia a medida que llegamos a ser más y más "convertidos en discípulos del Reino de Dios".

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce


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Cristo Vive Aleluia!
Nº 88, p. 28 (1993)

[1]: Como ejemplo en el MPD puede verse el Rosario de los siete días.

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.