La oración que
Jesús nos enseñó está en la raíz
de la espiritualidad
cristiana
Al reflexionar sobre el texto original aparecen
muchos posibles significados
En arameo,
cada palabra
puede evocar
toda una familia de
imágenes y matices
Meditar
la versión aramea
de la oración de Jesús puede ser
muy desafiante, precisamente porque nos llama
a reexaminar y repensar
nuestra espiritualidad
Las imágenes evocadas
nos llaman a
una
vida de oración muy concreta
Como misioneros, uno de los desafíos más difíciles que enfrentamos es entrar en una cultura diferente de la nuestra. Pronto nos damos cuenta de que el lenguaje es probablemente la clave para comprender la nueva cultura; que el idioma refleja la manera en que la gente se relaciona con el mundo que la rodea. En cierto sentido, el lenguaje puede compararse a un cristal a través del cual vemos las cosas. Cuando aprendemos un nuevo idioma, comenzamos a ver la realidad en forma nueva.
El mismo Jesús vivió en una cultura muy diferente de la nuestra, y en cierta medida eso se ve en el lenguaje que hablaba: arameo, una lengua semita muy próxima tanto al árabe como al hebreo. A veces llamado también siríaco, el arameo todavía se habla actualmente en unos pocos lugares aislados de Irak y Siria, aunque gradualmente va desapareciendo. También se emplea como lenguaje litúrgico en varias Iglesias Ortodoxas y católicas de rito oriental.
En cierto sentido, al adentrarnos en la lengua aramea vemos a través del lente que Jesús mismo usaba para percibir la realidad. Como lengua de gente que trabajaba el campo, utiliza imágenes cercanas a la tierra y a todas las cosas que crecen. Es también un idioma que admite múltiples posibilidades simultáneas. Por estas razones, algunos han observado que es mucho más cercano a las lenguas aborígenes que a las de las culturas occidentales modernas. De hecho, pensar que Jesús era una persona nativa de Medio Oriente puede ayudarnos a entenderlo mejor.
Desgraciadamente, la mayoría de nosotros (me incluyo) no habla arameo; probablemente nunca lo oímos siquiera. Unas pocas palabras aparecen en nuestras traducciones del Nuevo Testamento: por ejemplo talitá kum en Mc 5,41 y maranata en 1 Cor 16,22. Lo más importante, sin embargo, es que las iglesias orientales han preservado textos arameos con palabras de Jesús.
Aunque los doctores en Sagrada Escritura sostienen generalmente que el NT fue escrito primeramente en griego, hay buenas razones para creer que el texto arameo conocido como el Peshitta podría reflejar más exactamente las palabras que hablaba el mismo Jesús.
Esto es especialmente cierto en el caso de la oración que llamamos el Padrenuestro, la cual sin duda fue rezada regularmente por los cristianos de habla aramea y preservada cuidadosamente en la tradición oral hasta el tiempo en que apareció el texto escrito.
La oración que Jesús nos enseñó está en la raíz de nuestra espiritualidad. Al reflexionar sobre el texto arameo, aparecen muchos posibles significados. La traducción común que utilizamos es limitada, simplemente porque es sólo una de entre muchas posibilidades. En arameo, cada palabra puede evocar una familia completa de imágenes y matices. Las siguientes reflexiones sobre cada frase de la oración aramea nos abren nuevas dimensiones de su significado.
Abbá deb bashemaiaPadre nuestro que estás en el Cielo
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Las primeras palabras de la oración de Jesús toman la imagen de la creación, del dar nacimiento al universo. Abbá de hecho puede traducirse como Padre, pero igualmente puede ser interpretado como Creador (tanto en sentido físico como espiritual). A otro nivel, presenta la imagen del aliento divino (o espíritu) fluyendo de la unidad, creando toda la diversidad de formas. Deb bashmaia conjura las imágenes de la luz, el sonido y las ondas expandiéndose e impregnándolo todo. En esencia, entonces, el Cielo es concebido no tanto como un lugar sino como una dimensión de la realidad que está presente en todas partes. Algunas interpretaciones posibles de la frase completa aparecen a la izquierda. Son solamente ejemplos de las muchas posibilidades que existen simultáneamente en el texto original (incluyendo la traducción que rezamos normalmente). Aún así, ellas nos desafían a estar abiertos a nuevas maneras de concebir a Dios y al Cielo. |
jit cuaddás semácsantificado sea tu Nombre
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Nos presenta la imagen de alguien inclinándose para despejar un espacio donde lo sagrado pueda habitar. Semác proviene de la misma raíz que la palabra aramea para Cielo; significa tanto el nombre como la manifestación concreta de la energía creadora. Somos invitados a dejar todo lo que impide a Dios entrar en nuestra vida, a barrer y limpiar la morada de nuestro corazón. En esta imagen resuena fuertemente el desalojo simbólico del Templo que hace Jesús. ¿En qué medida tenemos un mercado en nuestro interior? ¿Qué ocupa el espacio donde Dios desea habitar dentro nuestro? |
teté malcutácque venga tu Reino
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Hacer lugar a lo sagrado nos prepara para el paso siguiente: malcutác es una palabra muy rica, central al mensaje de Jesús. Aunque normalmente se traduce como Reino, sus raíces son realmente femeninas. Conlleva la idea de principios guía, de aquello que nos fortalece para avanzar enfrentando toda dificultad, y de un potencial creativo listo para hacerse realidad. Para mí evoca la imagen de la frágil hoja de pasto que lentamente separa el más duro concreto. Teté implica una cierta urgencia en la venida, o una visión esperando ser cumplida. La imagen es la de una cámara nupcial, un lugar de nuevos comienzos. Esta parte de la oración nos llama a caminar por la vida con una dignidad de reyes, listos para enfrentar las dificultades con creatividad y esperanza. |
Nehbe tzevianac
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Puede considerarse el corazón de la oración de Jesús. La voluntad mencionada connota un profundo deseo, causante de que todo el propio ser se mueva hacia una meta con la certeza de que el esfuerzo dará fruto. Arja (tierra) lleva un fuerte sentimiento de solidez y soporte; es algo totalmente materializado. Aquí, pues, oramos para que la sensación de que "yo puedo" expresada en la línea anterior se ponga completamente en acción. En esencia, oramos para que todo lo que hagamos sea un acto de cocreación con Dios. |
Hab lán lachma
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No solamente pide el pan en sentido material, sino también pide todo lo que necesitamos para crecer verdaderamente. En arameo, la palabra lachma (pan) se relaciona directamente con la palabra hochma (sabiduría). Pedimos que sea dado, pero también que sea extraído de lo más profundo de nuestro propio ser. |
Usheboc lán hobénan bacta hain
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Incluye la idea de desatar los nudos de errores pasados. Perdonar es volver las cosas a su estado de libertad original. Esto es algo bien descripto en el Antiguo Testamento, en términos del año de jubileo cuando todo era devuelto a sus dueños originales. En esta línea somos llamados a dejar ir todo lo que nos retiene de cumplir el deseo de Dios: nuestras fallas, nuestra desesperación, nuestras frustraciones. Ciertamente esta parte de la oración también nos llama a perdonar las deudas en sentido económico. Como misionero, sin embargo, me gusta especialmente la idea de dejar ir las frustraciones y recuperar la visión. En un mundo donde los cambios a veces parecen imposibles, somos desafiados a renovar constantemente nuestra esperanza y a animar a aquellos que han caído en la desesperación. |
bela ta elínnan lenisjón,
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Con estas palabras rezamos que no nos dejemos distraer del verdadero propósito de nuestra vida por aquello que es esencialmente trivial; pedimos que no seamos seducidos por la superficialidad y el materialismo. En arameo, bisha (mal) se concibe en términos de una acción que es inmadura, de un fruto ya sea prematuro o corrompido. Esto nos llama a ser sensibles al momento presente, a realizar la acción correcta en el momento apropiado. |
Metol dilakie malcuta bahaila batesh bucta leahlam almin, amein
Porque tuyo es el reino,
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Esta línea final recapitula la oración completa. La palabra haila (poder) es la energía que da y mantiene toda vida. Tesh bucta (gloria) evoca la imagen de las cosas devueltas a un estado de armonía y equilibrio. |
Meditar la versión aramea de la oración de Jesús puede ser muy desafiante, precisamente porque nos llama a reexaminar y repensar nuestra espiritualidad. Las imágenes evocadas nos llaman a una vida de oración muy concreta. También nos tocan a un nivel profundo, estimulándonos a vivir más simplemente, más auténticamente, y más justamente. Sin embargo la oración también reconoce que la conversión es un proceso continuo, algo a lo que uno debe dedicarse diariamente.
Mark Hathaway |
© Mark Hathaway en The Aramaic Prayer of Jesus. Traducido y publicado por la Editorial de la Palabra de Dios. |