Daniel Meichtri, de 36 años, está casado, tiene dos hijos y uno en camino. Trabaja en el área agropecuaria y recientemente se sintió llamado a servir al Señor desde la participación política.
Mi esposa y yo estamos en un grupo del Movimiento en Embalse, Córdoba, aunque vivimos en Hernando, ciudad pequeña distante unos 85 km del lugar de reunión. Al comenzar cada año, Regina y yo se lo consagramos a Dios y a la Madre para que nos conduzcan; y especialmente le pedimos al Señor la gracia de desarrollar algún nuevo proyecto en el contexto familiar.
Y sucedió que en el 2003, el Espíritu suscitó en mí la inquietud de participar en la vida pública de mi pueblo. Esto me parecía tan raro que no me animaba a contarlo abiertamente; lo hablé con mi coordinador, quien me alentó a que orara sobre esto. Inmediatamente se lo comenté a Regina y lo pusimos en oración. Pasaron unos 4 o 5 meses hasta que, sorpresivamente, un conocido me dijo que uno de los candidatos a Intendente quería hacerme una propuesta. Quedé desconcertado porque nunca había hablado con esa persona, aunque tenía un muy buen concepto de él.
Llegado el día del encuentro, vinieron a verme y lo primero que me dijeron es que habían pensado en mí para la lista de concejales.
Yo les respondí que para mí era significativo que me hicieran esa oferta. Sin ocultar ningún término referido a la obra del Señor, les hablé de la oración que año tras año hacemos con mi esposa y dije todo lo que sentía ante la propuesta, incluso que no creía que fuera casualidad que estuvieran en mi casa. Terminada la visita les pedí que me dieran unos días para contestarles.
Luego de orar y discernir acepté, y así comenzó un difícil camino, dado que yo no estaba acostumbrado a las reuniones que no fueran como las de mi comunidad.
Llegaron los comicios y fuimos los elegidos. Desde el 10 de diciembre en adelante me encontré en un lugar totalmente diferente de aquellos en los que acostumbro estar, pero por gracia de Dios los concejales del bloque son personas muy buenas y con un gran corazón de servicio. En nuestras reuniones, el Señor me invita continuamente a hablar poco, a dar testimonio y responder sólo cuando me preguntan algo. Él obra en mi interior haciéndome más paciente y reflexivo.
Desde el primer momento tuve la certeza de que mi única misión en ese lugar era ser reflejo de la verdad y del amor de Dios. En mi corazón ardían las ganas de invitar a algunos concejales a la Pascua de este año pero no sabía cómo hacerlo. Así fue como en una oportunidad invité a uno de ellos a mi casa para conversar; el motivo era que hacía unos días lo veía desanimado y triste. Él accedió y vino a casa; luego de hablar sobre los temas municipales, yo sentía que un fuego me quemaba en el corazón por el deseo de invitarlo a la Pascua. Pero fue él mismo quien, cuando se levantó para irse, me dijo: "Yo quiero vivir eso que vos y Regina tienen, que es como algo espiritual, y no sé cómo hacer". Casi me derretí ante lo que escuchaba y por la oportunidad que se abría para hacerle la invitación, que finalmente aceptó.
Luego invité al intendente, y él también aceptó. Con sus esposas, ellos fueron al retiro de Pascua, y aunque no pudieron insertarse en ningún grupo todavía, sienten una gran inquietud al respecto.
Lo último que me inspiró el Señor fue proponer que oráramos en la municipalidad las decisiones que debíamos tomar, a fin de que Él nos guiara. Entonces les acerqué al Intendente y al Presidente del Concejo Deliberante esta invitación, con mucho costo de mi parte porque temía que me tomaran por loco, pero ellos sin titubear me dijeron sí. La reunión fue simplemente hermosa; por momentos me parecía que estaba orando con mis hermanos de comunidad, pues ellos abrieron sus corazones en la oración. Al final le pedimos al Señor que nos iluminara con su Palabra y, al abrir el Evangelio, Dios nos habló en el pasaje de 1 Juan 5,1-5. Entonces propusieron que nos reuniéramos cada 15 días.
Mi testimonio es que confiando en el Señor y siendo fieles, podemos llevar su Palabra hasta el confín de la Tierra y de las estructuras de este mundo.
Daniel Meichtri |
© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia. |