«Cualquier intento de dividir la Iglesia en una clase profética de
órdenes religiosas
o movimientos
por una parte,
y la jerarquía
por la otra,
no encuentra justificación
en la Escritura»

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I. Intento de clarificación a través de una dialéctica de los principios

3. Jerarquía y profecía


Antes de profundizar en estas ideas, mencionemos brevemente un tercer modelo de interpretación de la relación entre el orden permanente de la vida eclesial por un lado y las nuevas irrupciones del Espíritu por el otro. Hay quienes, desarrollando la interpretación bíblica de Lutero como dialéctica entre Ley y Evangelio, ponen un particular énfasis en la dialéctica entre el aspecto cúltico-sacerdotal por una parte y el aspecto profético de la historia de la salvación por la otra. Según esta lectura, los movimientos estarían del lado profético.

También esta interpretación, como las otras que ya hemos considerado, no es del todo errónea. Pero es demasiado imprecisa y por esto inutilizable en esta forma. El problema planteado es demasiado complejo para ser tratado a fondo aquí. En primer lugar habría que puntualizar que la Ley misma tiene carácter de promesa. Sólo porque tiene este carácter pudo ser cumplida por Cristo y, en su cumplimiento, al mismo tiempo «abolida». Segundo, los profetas bíblicos nunca trataron de anular la Torá, sino al contrario, la defendieron contra los abusos reivindicando su verdadero sentido.

Tercero, es importante subrayar que la misión profética fue siempre confiada a individuos, y nunca quedó fijada a una «clase» particular. Siempre que la profecía se presentaba como una clase (como de hecho ha sucedido), era criticada por los profetas bíblicos tan duramente como la «clase» sacerdotal de la antigua Alianza [4].

Cualquier intento de dividir la Iglesia en una «izquierda» y una «derecha», en la clase profética de las órdenes religiosas o de los movimientos por una parte, y la jerarquía por la otra, no encuentra justificación en la Escritura. Al contrario, tal dualismo es completamente extraño a la Escritura. La Iglesia no está edificada dialécticamente, sino orgánicamente. Lo que solamente sigue siendo verdad es que existen distintas funciones en la Iglesia, y que Dios inspira continuamente a hombres y a mujeres proféticos —ya sean laicos, religiosos, obispos o sacerdotes— que no obtendrían la fuerza necesaria para hacer esta llamada carismática a la Iglesia de la vida normal de la «institución».

Está bastante claro, pienso, que desde esta perspectiva no es posible interpretar la naturaleza y las tareas de los movimientos. Ellos mismos ciertamente no se entienden de esta manera. El resultado de las reflexiones precedentes es insatisfactorio para la aclaración de nuestra pregunta, aunque es importante. Sugiere que no encontraremos una solución a nuestro problema si elegimos como punto de partida una dialéctica de principios. En vez de intentar resolver la pregunta en términos de tal dialéctica de principios, en mi opinión deberíamos adoptar un enfoque histórico, como corresponde a la naturaleza histórica de la fe y de la Iglesia.


NOTAS

[4] La antítesis clásica entre los profetas enviados por Dios y los profetas profesionales se encuentra en Am 7,10-17. Una situación similar se encuentra en 1 Re 22 en la distinción trazada entre los cuatrocientos profetas falsos e Isaías; y otra vez en Jeremías, p.e. 37,19. Ver también J. Ratzinger, The Nature and Mission of Theology: Its Role in the Light of Present Controversy (San Francisco: Ignatius Press, 1995), 118ss.

Este documento se ofrece instar manuscripti para su divulgación. Es una copia de trabajo para uso interno de El Movimiento de la Palabra de Dios, y ha sido depurada dentro de lo posible de errores de tipeo o traducción. Para facilitar su lectura las citas bíblicas se tomaron de El Libro del Pueblo de Dios.