Las exigencias laborales implican restarle cada vez más horas a la familia para dedicarlas al trabajo. Este testimonio es una de las tantas búsquedas que hace una pareja para mantener la unidad y proteger la vida familiar
Dios en su bondad tuvo que recurrir a desvelarnos con la tos del más pequeño de nuestros hijos, para que entre las 4 y las 5:45 hs de la madrugada pudiéramos tener un diálogo muy esperado entre mi esposo y yo, porque hace varios años que no nos daban los tiempos para encontrarnos y conversar serenamente.
Debido a que últimamente nos agobia la situación laboral de Marcelo (sé que no somos una excepción), comenzamos a hablar de este tema en el que mi esposo me decía que debíamos prepararnos para tiempos más duros en cuanto a sus horarios de trabajo (sale de casa a las 7:25 y regresa alrededor de las 20 ó 21). Estas exigencias externas indudablemente se oponen al ideal que nos imaginábamos a la hora de hacer proyectos, cuando todavía éramos novios.
El diálogo nos fue llevando a replantear nuestros objetivos familiares y a distinguirlos de los objetivos empresariales que se ven a las claras: a las multinacionales les interesan las ganancias a costa de esfuerzo, tiempo, exclusividad. Sin duda son grandes monstruos que piden cada vez más.
También reconocimos que Marcelo cuenta con un buen puesto, buena remuneración (que con sacrificio, nos permite ahora ahorrar) y además la tarea que desempeña le gusta. Somos afortunados en medio de tantas situaciones injustas que hay a nuestro alrededor.
Pero nuestros objetivos son el de conservar la unidad familiar, el vínculo entre nosotros como esposos y entre nosotros con nuestros hijos; cuidar nuestra salud física y mental (muchos compañeros de mi esposo sufren gastritis, infartos, etc., fruto del estrés); seguir mirando hacia afuera, hacia los demás, creciendo en solidaridad, sencillez y austeridad.
Elegimos no subirnos al tren del consumismo, de las apariencias. Elegimos seguir creciendo en comunidad (aunque en este momento solo yo participe del Movimiento). Elegimos vivir con sabiduría y con amor que es el que nos salva.
¿Cómo lograr esos objetivos? Poniendo pequeños límites a las demandas laborales; eligiendo ocupar el lugar en la mesa familiar antes que asistir a una cena de trabajo en la que "convendría" participar. Tomando espacios de aire (saliendo a caminar, descontaminarse durante las horas del largo día de trabajo); contando con la ayuda de los hermanos para acompañarnos en las necesidades de cada día. Y sobre todas las cosas, sabiendo que a la realidad podemos aceptarla y afrontarla con madurez, pero que fundamentalmente estamos llamados a vivir como seres pensantes, dignos y felices. Estamos llamados a ser y a vivir como hijos de un Padre Santo: Dios nuestro Creador. Porque como dice la Palabra:
«Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos» (Efesios 5,15-16).
Sonia F. (36) |
© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia. |