Los hermanos españoles José Ponce, su esposa Isabel y Brígida, participaron en 2001 del Retiro de Pascua en Buenos Aires. Al regresar a su país presentaron en su parroquia el siguiente informe:
Nuestra inquietud por conocer otras formas de expresar nuestra religiosidad que a veces vemos como muy racionalista, muy orientada hacia las obras sociales y menos hacia el encuentro con Dios y hacia la oración personal, nos hizo viajar hasta la Argentina.
En octubre del 2000, el P. Ricardo, pastor general de El Movimiento de la Palabra de Dios (MPD), junto a dos consagradas de esa Obra, pasaron por Madrid en su viaje de regreso a Buenos Aires, procedentes de Israel y Roma, y a través del P. Lucas se hizo una invitación general en nuestra parroquia para conocerlos y celebrar juntos el 12 de octubre.
Siguiendo una metodología particular nos hicieron participar de un "Encuentro en la Palabra", que desarrollamos las treinta personas que nos reunimos de la parroquia. De acuerdo a los testimonios posteriores, la experiencia nos pareció muy positiva a todos y a algunos, extraordinaria, porque comprendía tres momentos importantes:
1. Imaginar y vivenciar la situación que la Palabra presentaba según cada uno la veía.
2. Expresar la aplicación que tenía para cada uno esa Palabra.
3. Realizar oraciones espontáneas en base a la Palabra.
Al día siguiente, durante una visita turística a la ciudad de Toledo, pudimos conocer más a estos tres argentinos y al MPD. Comprender su éxito entre los jóvenes, los cuales componían la mayor parte de sus miembros y quienes además, habían llevado a sus padres al Movimiento. Esta adhesión de los jóvenes nos pareció un signo importante de Dios, así como algunas experiencias que contaban de su expansión y vida de los grupos, por lo que al producirse su invitación a vivir con ellos la próxima Pascua, nuestra actitud fue favorable.
Al explicarlo a varios miembros de la parroquia, se concretó que podíamos ir inicialmente Brígida García y el matrimonio de Isabel y Pepe Ponce. En un grupo de Nuestra Señora de Atocha, al que pertenecen desde hace veinte años Isabel y Pepe, aplicamos la metodología. A lo largo de los años se habían seguido varias, y actualmente estaban desorientados. Todos consideraron positivos los resultados y después de varios meses no falta nadie a las reuniones, se da vida a la Palabra sin discusiones inútiles, se lleva con facilidad a la vida personal y se hacen oraciones unidas entre todos.
La visita a Madrid a fin de año del P. José María Aguirre, párroco de San José Obrero de José C. Paz, una ciudad satélite de Buenos Aires, quien es amigo y antiguo compañero de parroquia del P. Lucas, nos terminó de animar en el viaje a Argentina. Con él tuvimos varias reuniones (alguna numerosa en la parroquia) por su conocimiento del MPD a través de varios grupos de su parroquia. En los meses siguientes tuvo con nosotros un apoyo e información constantes a través de e-mails que nos familiarizó con ellos antes de visitarlos.
Una acogida muy cordial, mucho afecto espontáneo en sus expresiones y ofrecimientos, que nos hicieron sentir como debieron ser las primitivas relaciones entre comunidades cristianas.
Unas familias con quienes convivir que nos hicieron sentir mejor que en nuestra propia casa por su atención cariñosa y respetuosa y su disposición a facilitarnos los medios que necesitásemos dentro de sus posibilidades.
Una celebración pascual llena de amor y espíritu que realizamos intensivamente con más de doscientas personas en un colegio de la ciudad, donde pasamos la mayor parte de cada uno de los tres días principales.
Los actos que realizamos y sus contenidos fueron parecidos a los de aquí pero en su desarrollo apreciamos algunas diferencias:
• Mucha participación de todos.
• Las charlas allí eran anuncios de la Palabra, realizadas por laicos en base a su experiencia y vivencia personal, por lo que resultaban muy impactantes.
• Mucho sentimiento adecuado al día, expresado fundamentalmente en las canciones constantes, muy preparadas y acompañadas de guitarras y de movimientos expresivos de todos, y en una relación personal que denotaba afecto ante cualquier situación.
• Una buena organización propia de servicio, atendiendo y resolviendo todos los problemas que se presentaban, y buen espíritu de servicio de todos.
• Mucha participación joven (entre 20 y 40 años).
• Lo fundamental y de donde creo dimanaba todo: una creencia muy arraigada en un Dios vivo que constantemente se estaba expresando con signos diversos, que recogían como indicadores claros de su actividad y de su vida. La gracia se veía fluir y el Espíritu parecía animar todo.
• Una decidida actitud evangelizadora, como demuestra el hecho de que el 40% de los participantes en su Pascua éramos nuevos.
• Una facilidad para orar muy grande, para ponerse en la presencia del Señor y hacerle espontánea y abundantemente peticiones, darle gracias en forma particular e interrelacionadas.
• Una actitud muy mariana, con organización de jornadas especiales sobre la Virgen.
• Unos grupos de Evangelio con mucha fraternidad entre ellos y con voluntad de evangelizar en cualquier ámbito que se movieran, recuperar drogadictos, montar roperos, atender necesidades, pero lo fundamental: anunciar la Palabra, orar, sacrificarse para evangelizar.
• apreciar esas diferencias.
Contarlo a quien desee escuchar experiencias en detalle que quizás podamos aplicar en algo, si el Señor lo facilita, en nuestro camino parroquial. Responder preguntas que les interesen, ver un video que hemos grabado con situaciones de la parroquia.
Plantear un proyecto de colaboración para la evangelización con intercambios de experiencias, personas, oraciones, apoyos.
Brígida, Isabel y Pepe |
© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia. |