MARÍA Y EL MUNDO |
El principio de una vida nueva, tanto para la vida personal como para la vida de la sociedad, comienza por la conversión. Éste es el mensaje más importante del Evangelio que corrobora María en este tiempo: "Mis hijos, les hago un llamado a la conversión, al cambio del mundo y de sus pequeños corazones. Hijos míos: desechen la soberbia, la avaricia, la lujuria. Ámense los unos a los otros" (Cuenca, Mens. 73). "Empiecen desde hoy, con pasos firmes en una conversión fiel, en una conversión de Amor" (Mens. 87). La conversión debe ser invitación a todo el mundo. Pero debe alcanzar también la propia Casa: |
"La Iglesia de Cristo Jesús debe aumentar en su fe; nuestro Señor así lo quiere; muchos deben convertirse, aún no lo están totalmente; es tiempo de hacerlo. Amén" (San Nicolás 11-12-83). La conversión es una gracia universal, para todos: "Hija, es tanta la bondad de Dios que a todos les da la oportunidad para el arrepentimiento. No hay abandono por parte del Padre y sí lo hay de parte de sus hijos. "Hoy se encuentran doloridos y desesperados. Yo les digo: nada cuesta llegar a Dios si se tiene el espíritu dispuesto y amor en el corazón. Gloria al Altísimo" (20-5-85). |
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