TESTIMONIOS

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Myrna y Nicolás en Damasco

— ¿Su hogar está más unido ahora que antes?
— Más o menos igual, pero ahora es todo mucho más profundo.
— ¿Has recibido mensajes sobre el porvenir del mundo?
— La santísima Virgen me ha pedido que guarde estas cosas en secreto hasta la hora de mi muerte. Entonces las podré revelar.

Entre los mensajes conocidos, el Señor le dijo el 26 de noviembre de 1985: "¡Ay de la Tierra, donde la corrupción se ha generalizado!"

Y el 6 de noviembre de 1986: "Que las cosas de la Tierra no te turben, porque por mis heridas alcanzarás la eternidad".

Seguí preguntándole:

— Al principio veías a la Virgen. Ahora, a Cristo. ¿Cómo lo ves?
— En medio de un resplandor en el que Él es una luz más fuerte. No distingo los rasgos.
— ¿Son dolorosos los estigmas?
— Sí...
— ¿Más que los dolores del parto?
— Los dolores del parto duran más, pero el dolor de los estigmas es más intenso.
— Mientras duran los estigmas, ¿ves la Pasión de Cristo?
— No; la vivo, pero no la veo.

Myrna, intuitiva, vive profundamente su experiencia. Le cuesta trabajo responder. Duda, sonríe, a veces no encuentra la

Myrna de Nazzour (26)

palabra apropiada y prefiere no decir nada a hablar de más. Y eso contrasta con la claridad lapidaria de los mensajes de la aparición, que ella dicta sin titubeos, enseguida, porque después se le olvidan. Estos mensajes la rebasan, porque ella es incapaz por sí misma de pensar tales máximas.

También he interrogado a su marido:

— ¿Han cambiado tu vida estos acontecimientos?
— Completamente.
— Pero ¿qué es lo que ha cambiado?
— En principio, el retorno a la fe. Se había eclipsado durante mis estudios de alta peluquería en Alemania.

Inmediatamente después, la mentalidad. Antes, yo no creía en el pecado. Ahora, lo percibo muy bien. Antes luchaba y no tenía inconveniente en devolver mal por mal. Los mensajes me han enseñado ahora a perdonar de corazón y a estar por encima de la ley del talión.

— ¿Y tu matrimonio? ¿Ha cambiado? —le pregunté.

— Se ha vuelto santo, sagrado

Myrna y Nicolás

Cuando conocí a Myrna, le dije: "¿Para qué casarse por la Iglesia? ¿Qué ganaríamos con ello?". Ella, sin embargo, lo quería; nuestras familias también. Me sometí por convencionalismo, no por convicción. Cuando el aceite le comenzó a manar, aconsejé a Myrna: "No hables de ello; nos complicaría demasiado la vida". Myrna me obedeció, pero estaba perpleja. Entonces la Virgen le dijo en la siguiente aparición: "No tengan miedo, abran sus puertas. No priven a ninguno de los que esperan socorro".

Y llegó lo que Nicolás había previsto: su hogar familiar, antes tan cuidado, está hoy invadido por incesantes visitas. Ya no tienen casa. Es molesto para su libertad, para su trabajo, para su reposo.

En aquel momento los "hermanos musulmanes" se mostraban muy agresivos. Había riesgo de represalias por su parte, y se esperaba cierta incomprensión de las diversas Iglesias, por tratarse de un matrimonio mixto. Sin embargo, ellos asumieron con tranquila abnegación esta aventura difícil, tan impropia de una vida normal. La madre de Nicolás pasa todo su tiempo cuidando el patio, que tiene siempre impecablemente limpio, para que sea digno de albergar a Nuestra Señora.

Nunca se terminan las obras en la casa para poder dar respuesta a nuevas necesidades: consolidar y hacer más alto el pretil de la terraza, que amenaza con desprenderse por la presión de la muchedumbre. Le pregunté a Nicolás:

— ¿Eres más feliz o menos feliz que antes?
— He salido perdiendo económicamente, pero soy mucho más feliz en mi corazón. He perdido la Tierra, pero he ganado el Cielo.


Fruto del rosario en Mediugorie

La curación repentina de una niña de ocho meses en el vientre de su madre fue fruto del rosario. Hija de los amigos Sherry y Ron, la habían esperado por muchos años. Mientras que la primera ecografía daba todo OK, la segunda reveló una enfermedad irreversible en el corazón de la niña que, con una operación, tenía sólo una probabilidad sobre cien de salvarse. Los padres estaban desconsolados.

Sherry se acordó entonces del rosario de madera que una amiga le había traído de Mediugorie; lo tuvo sobre su vientre rezando, y lo apretaba contra el mismo para hacerlo sentir a la pequeña hija. Y he aquí que poco después la niña comenzó a moverse.

Al día siguiente, después del rezo del rosario de los padres, la niña se hizo sentir con una especie de brincos en el vientre de la madre.

Nueva ecografía mientras los padres rezaban manteniendo la respiración. El ginecólogo llamó a todo el personal médico y les mostró la pantalla: toda el agua que tenía que sofocar al feto había desaparecido inexplicablemente. La pareja fue invitada a regresar a la casa, no había necesidad de una operación. Annamaría nació en setiembre de 1994 y ahora rebosa de salud y de alegría.

Los padres se han vuelto apóstoles de María y del rosario. No he contado esto para decir que el rosario tiene poderes mágicos e infalibles. No. A veces Dios permite las pruebas, pero gracias a la oración Él dona fuerza y paz. Entonces la Cruz se vuelve fuente de alegría, dijo María. Pero muchas curaciones no son concedidas porque no se reza y no se ayuna bastante por el enfermo. En la medalla milagrosa, la Virgen nos ha explicado que los rayos blancos son todas las gracias que quisiera darnos, ¡pero que nosotros no pedimos!