LA REVELACIÓN PRIVADA |
Cuando se habla de profecías, generalmente se asocia esta palabra con la posibilidad de conocer el futuro. Profecía pasa a ser sinónimo de vaticinio entonces. Pero cuando vemos qué nos dice san Pablo sobre el don pentecostal de la profecía, podemos sorprendernos. "El que profetiza habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos" (1° Cor 14,3). Es decir, la profecía o mensaje carismático, fundamentalmente es una palabra del Espíritu para el camino y la vida de la comunidad. En la experiencia pentecostal o carismática, el dar mensajes a la comunidad puede ser un hecho común, habitual. No es extraordinario o poco frecuente. En este sentido, pastoral y comunitariamente conviene tener en cuenta dos cosas: 1. No hay que exagerar el discernimiento minucioso de los mensajes. Conviene tener un criterio práctico si es que su contenido no ofrece objeciones doctrinales o morales: que cada uno saque el provecho (edificación) que puede darle a su vida personal o comunitaria. 2. El que profetiza debe estar integrado a las pautas pastorales y en la oración comunitaria, sin jugar un rol especial a causa de obrar como mensajero carismático. Este don como cualquier otro, es tal, si "sirve para la edificación de la comunidad" (1° Cor 14,12). De los muchos mensajes recibidos en una comunidad de oración, ofrecemos uno para ejemplificar mejor cómo el Espíritu puede acompañar la vida comunitaria a través de la edificación, la exhortación y el comportamiento que menciona Pablo: |
"Bendigan al que abre camino delante de ustedes. Necesito corazones nuevos, corazones entregados sensibles a mi llamado. Yo les doy la gracia. Anímense. Caminen. Avancen. Yo voy delante. Golpeen las puertas y las puertas se abrirán. No hay puertas cerradas para mis creyentes. "Pueblo mío, mi Madre ya abrió las puertas, no teman pasar por ellas. Yo te doy los signos. Es el tiempo de mi Espíritu. Es el tiempo de la comunidad por mi Espíritu y con mi Madre. "Este tiempo de misión, es el tiempo de las comunidades como semillas en el desierto. Gracia para las comunidades misioneras, gracia para la Obra de mi Padre a través de estas comunidades en marcha. "No temas sembrar comunidades, son los brazos de mi Cruz extendidos por el mundo. Brazos no impotentes en la entrega del Amor. "Extiendan mi Cruz en el desierto de los hombres porque extenderán mi Amor. El único que sacia. El único que salva. El único que da respuesta. "Que mi Obra corra, si es necesario, para que como atleta ensanche su corazón y anuncie mi Palabra. Corran descalzos, no teman lastimarse, sepan por qué sangran sus pies. Corran con la mirada hacia adelante. Yo estoy con ustedes". (18-3-97). Es un mensaje sencillo que anima y ayuda a la comunidad y no tiene nada más de extraordinario que eso. P. R. |
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