LA REVELACIÓN PRIVADA

Anterior

¿Para qué las apariciones de la Virgen?

En unos 130 lugares de los cinco continentes se habla de apariciones de la Virgen María. Lo más significativo es que se trata de culturas, de ambientes, de personas, de grupos humanos y eclesiales muy diferentes.

Sobre estas apariciones es muy abundante la literatura, inclusive hay teólogos especializados en esto como el P. René Laurentin. Contamos con testimonios muy abundantes, con estudios sicológicos, siquiátricos, sociológicos, eclesiales, teológicos. La bibliografía en las tres últimas décadas comprende más de 5.000 títulos en más de 20 lenguas, siendo muy prolija en español, inglés, alemán, italiano y portugués.

En torno a estas apariciones, se congregan anualmente (fuera de los grandes santuarios tradicionales: Fátima, Lourdes, Guadalupe, y los nacionales de cada país católico), no menos de 15 millones de creyentes de toda clase y condición. Esto significa que María se ha planetizado, está en la boca (y en el corazón) de la humanidad contemporánea. Es un hecho que no podemos negar. Ahí está, con todas las discusiones que suscita, fuera y dentro de la Iglesia.

Las apariciones conllevan los llamados "mensajes"; son millares y al Papa le llegan por centenares. Se trata de mensajes muy "situados" en lugares y culturas concretas con un lenguaje que corresponde a idiosincrasias muy definidas.

Tenemos que constatar que en la medida en que se multiplican van perdiendo terreno y crédito en los medios oficiales teológicos de la Iglesia, sobre todo por las extravagancias de algunos "videntes" y de sus seguidores y porque dan a entender, algunos, que hay "otro Evangelio" y un "magisterio paralelo". Por eso es inevitable la confrontación entre la autoridad oficial y los supuestos carismas proféticos.

Independientemente de un juicio sobre su autenticidad y origen sobrenaturales, tienen un común denominador, que nos permite concretar el para qué de las apariciones.

En casi todas las apariciones se insiste en varios puntos:

1. El llamado urgente, apremiante a la conversión.

2. El avivamiento de la fe. No se trata de agregar nuevas verdades sino de reavivar la fe en la Escritura y de manifestar o recalcar lo ya revelado. Se insiste en algunas verdades de fe que han sido descuidadas o que no se predican demasiado: la penitencia, la oración en familia, la existencia del diablo, las postrimerías (muerte, juicio, infierno, purgatorio y cielo), la conversión, las verdades marianas.

3. El volver a ciertas prácticas de vida cristiana. Se insiste en practicar ciertas normas de conducta o costumbres que han sido dejadas en algunos ambientes: la frecuencia sacramental (Eucaristía y Penitencia), la oración constante, el ayuno, las mortificaciones, el rosario, las "consagraciones" (al Señor y a la Virgen), la limosna y el diezmo a los pobres, las obras de misericordia, etc.

4. El puesto eclesial importante de María y su papel maternal en el proceso de la fe de los fieles.

5. La misión (escatológica) de María en la hora actual de la Salvación, tal como la tuvo al inicio, en los primeros días de la Iglesia.

6. María como la humilde sierva del Señor que nos invita a valorar los carismas del Espíritu en los humildes y sencillos.

7. La tierna maternidad de María que nos consuela, nos fortalece en el camino cristiano.

8. María como discípula que nos recuerda a cada instante la Palabra del Maestro: Hagan todo lo que Él les diga.

9. María en todos los casos busca centrarnos en Jesús, en su Evangelio y en su Iglesia. Si María se aparece es para colaborar con el plan del Padre de llevarnos a Jesús.

10. Finalmente, en todas las apariciones se nos da a entender que el Misterio de la comunión de los santos, nuestra relación con el mundo espiritual de la fe, es una realidad, está ahí, así sea difícil de discernir y aceptar.

P. Higinio A. Lopera E., CJM (Ecuador)
"Boletín de Cuenca", 28-8-97