MARÍA EN LA IGLESIA |
Nos parece, con el Magisterio del Concilio y de Juan Pablo II, que la reflexión teológica fundamental en que se resumiría el puesto y la misión de María para todo el hecho cristiano en sus dimensiones históricas, y ahora particularmente para las manifestaciones de que hablamos sería ésta: Dios ha querido salvar al mundo de todo el mal que, por culpa de nuestra misma libertad, amenaza la vida humana verdadera; ha querido recomenzar su historia con los hombres, pero entrando Él mismo en nuestra historia, asumiendo personalmente la vida humana. Y para hacer esta "nueva creación", no se olvida de que Él mismo al principio creó al hombre como varón y mujer, y en necesaria relación de paternidad y filiación; porque los creó a su imagen y semejanza (cf. Gén 1,27). |
Por eso, al enviar a su Hijo Divino al mundo, lo envía como varón, hijo de una mujer (cf. Gál 4,4). Dios no asume lo humano sino como el varón Jesús, y a través de la mujer María. Así, los dos géneros están indisolublemente ligados a la encarnación del Verbo. Y sólo de esta manera Jesús puede llamarse con toda verdad Hijo de Dios, siendo hijo de María (así se lo dijo el ángel a ella: Lc 1,31-32). Y también María puede llamarse con toda verdad Madre de Dios, siendo la madre de Jesús (así se lo dijo a ella su prima santa Isabel: Lc 1,43).
Mons. Terán Dutari |
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