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Hagan lo que María les diga

"Hagan lo que María les diga". Ésta es la expresión implícita en el milagro que Jesús realiza en Caná (cf. Jn 2,1-12). María le había presentado a su Hijo la necesidad de esa fiesta de boda: "No tienen más vino" (Jn 2,3). Y como respuesta, había recibido de Jesús, una contestación aparentemente esquiva: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía" (Jn 2,4). María parece desentenderse de la respuesta de Jesús y, a su vez, les dice a los sirvientes de la fiesta: "Hagan todo lo que Él les diga" (Jn 2,5).

Un rasgo importante del entendimiento profundo de espíritu y mutuo amor que hay entre Jesús y María lo constituye el hecho de que Jesús obedece al pedido de María. En ese gesto, Jesús revela que la mediación de su Madre ante Él, es poderosa. Que Él espera recibir el pedido de María para actuar. Que así como el Padre recibe la mediación de Jesús para obrar (cf. Jn 15,16b; 16,23), así Jesús recibe la mediación de María en favor de los hombres.

En Caná, María obró como soporte de la identidad de su Hijo. El milagro del agua convertida en vino abrió, en los corazones presentes, la certidumbre de que Jesús es el Señor porque tiene el poder de Dios.

Este prodigio tuvo un doble efecto: un efecto de caridad sobre la pareja y sus invitados a los que no les faltó el vino de la fiesta. Y un efecto de fe sobre los discípulos de Jesús que lo iban siguiendo y descubriendo. Así, Jesús por medio de María y con ella, "manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él" (Jn 2,11).

María cumplió, entonces, su misión de servir a los hombres y llevarlos a la fe de su Hijo, el Señor y Salvador. Y también así, Jesús nos reveló el poder mediador de María junto a Él. En su gesto prodigioso, es como si le aplicara a su Madre, lo que María dijo de Él: Hagan todo lo que mi Madre les diga y yo obraré lo que necesiten.

En Caná, María es presentada por Jesús como medianera de todas las gracias.

P. R.