Desde el carisma
del Movimiento, la familia comunitaria ha sido llamada
al camino
del seguimiento
de Jesús
y a la santidad
del discipulado

La familia comunitaria
es un bastión de trascendencia
y humanismo


















Valoremos una opción existencial clara, firme
y decidida
por el estilo
evangélico de vida

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 1
 

La familia comunitaria

Vamos a tratar de caracterizar el perfil de una familia que pertenece a una comunidad definitiva del Movimiento. El poder hacerlo es parte de la gracia que nos trae este "nuevo tiempo de fundación" en la Obra.

Sabemos que la familia es la célula natural de la sociedad. Es la comunidad básica natural desde la cual se gesta y se sostiene la sociedad. También sabemos que la célula básica de la Iglesia como Pueblo de Dios, es la comunidad de fe. Desde ella se desenvuelve un proyecto de fe integral, comprometido y civilizador, como presencia de la Iglesia en el mundo.

No siempre, en una pastoral convencional, se logran amalgamar estas dos realidades: la familia y la comunidad eclesial de base. El carisma comunitario del Movimiento ofrece esta posibilidad: que la familia, integrada en una comunidad de fe o de vida —como la llamamos nosotros— sea al mismo tiempo la base de la sociedad sana y del Pueblo de Dios que hace historia de Salvación. Cuando nosotros, desde el carisma del Movimiento, hablamos de "familia", nos estamos refiriendo a una familia integrada en una manifestación comunitaria de la Iglesia. La familia completa su dimensión comunitaria en el compartir su existencia creyente con otros hermanos y otras familias. Una comunidad de vida es, en gran medida, una comunidad de familias.

La interioridad familiar

Una familia se caracteriza, como don del Espíritu, por desarrollar su interioridad familiar. Esto supone la interioridad personal en cada uno de los miembros de la familia según su condición y compromiso de fe. Pero la interioridad de la familia no acaba ahí. La interioridad familiar se teje entre todos sus miembros. Es propiamente la dimensión comunitaria de la familia considerada en sí misma. En este sentido se la llama "iglesia doméstica".

¿Cómo describir y favorecer el desarrollo de la interioridad familiar? Expresamos algunas sugerencias recogidas en los diálogos pastorales:

• Compartir la vida de fe entre los esposos y los hijos mediante el diálogo, el mutuo testimonio y la exhortación, y también el discernimiento de los hechos cotidianos, buscando explícitamente la voluntad de Dios.

• Tener en la casa o departamento un pequeño lugar donde esté presente la Palabra de Dios con alguna imagen sagrada de Jesús o de María, por ejemplo. Puede servir de referencia para una oración familiar al término del día o ante alguna necesidad, etc.

• Hacer de la bendición de los alimentos, un momento de expresión de la fe familiar.

• Valorar la lectura de la Palabra, la celebración de la Eucaristía y la pertenencia a la Iglesia (cf. 1 Cor 10,15-17).

• Si alguno de los padres ora personalmente en la casa, valorizar ese momento respetado por todos, como importante para toda la familia.

• Ejercer la bendición de los niños, como también y con discreción, la oración de sanidad y de liberación sobre ellos. Se sentirán cuidados por Dios a través de sus padres, o pudiendo participar en acciones donde Dios puede obrar familiarmente.

• Favorecer el sentido comunitario y servicial de la familia: cuando sirve un miembro, sirve toda la familia. Es el servicio y la vida comunitaria de la familia en el Pueblo de Dios.

Familia y vida eclesial en el Movimiento

En el mundo actual, la vida de la familia no es fácil y está asediada por el Pecado del Mundo hecho cultura sin trascendencia. Pero nuestra fe comunitaria no depende de dificultades o facilidades, sino del amor a la Palabra de Dios y de querer responder a la fidelidad que el Padre nos tiene.

La familia, como se ve en la Preparación a la Comunidad de Vida, tiene necesidades básicas. La fe nos enseña que ellas son tanto humanas y materiales como espirituales. Podemos enumerarlas: alimentación, vivienda, salud, trabajo, vida interior, educación, vida comunitaria de fe, transporte, descanso, ahorro.

No es fácil acceder a todas ellas con amplitud. Pero las necesidades que nos permiten vivir dignamente tienen un sentido final si están proyectadas desde la vida eterna. ¿De qué le valió al "rico epulón" haber nacido y disfrutado sin límites de la vida?

La vida eclesial de la familia en el Movimiento incluye tanto las necesidades básicas, como la evangelización de los bienes. Así, en caso de que Dios bendiga a alguien con la abundancia económica, la evangelización de los bienes y el seguimiento de Jesús evitarán la superfluidad de vida y orientarán a la familia a un compartir más generoso con la comunidad, el Movimiento y los necesitados (cf. 2 Cor 8,7-15).

En lo común de la vida, estamos acostumbrados a pensar en un ahorro anual para el tiempo del verano o las vacaciones. Desde el sentido comunitario, ¿no deberíamos prever también un ahorro para el retiro anual, dándole así el valor que tiene y no viviéndolo como un gasto a soportar? Pensemos todo con mentalidad de discípulo y seremos alegres testigos de una vida nueva y distinta.

Podemos mencionar otro aspecto que hace a nuestra identidad comunitaria. Al ser comunidades no convivenciales, la posibilidad del encuentro queda reducida, generalmente, a la reunión semanal y algún encuentro informal de familias. Las comunidades se enriquecerían familiarmente si pudieran ampliar los espacios convivenciales. Por ejemplo, si una vez al mes, se reunieran en un espacio más amplio de tiempo, vgr. el domingo, una fraternidad de familias, etc. Guardando el momento específico de reunión, podrían compartir ese espacio los niños y otros miembros de la familia que no participen del Movimiento. Esto también acrecentaría el mutuo conocimiento y la comunicación informal.

Finalmente podemos mencionar el carácter servicial y testimonial de la familia. Tanto por su aspecto de interioridad familiar como de sencillez evangélica de vida. Algunos hermanos han transformado en espacios de testimonio y evangelización, eventos comunes de la vida. Así por ejemplo, la celebración del cumpleaños de un niño da lugar a acoger a otros niños y familias vinculadas por la escuela. ¿En qué se diferencia esta celebración de una familia del Movimiento, respecto de otras familias sin opción de fe comprometida? No será evidentemente, en una competencia de figuración, gastos desmedidos y celebración meramente natural… Más de una vez nuestros niños han sido vehículos de fe para otros niños y otros padres. También en esto hay que hacerse conducir por el Espíritu con sabiduría y sencillez, alegría y caridad.

Los hijos son antes de Dios, que de los padres. Por eso es importante mantener a los hijos ofrecidos a Dios, y no "apoderarse" de ellos. Así ayudaremos a que se realice el proyecto final de salvación y santificación que el Padre eterno tiene para ellos. A esto ayuda entregar especialmente los temores por la vida de los niños, los deseos parentales de su realización humana en la adultez, y cuidarlos como pertenecientes al Dios que los llama a la realización de su Reino.

Los padres deben educar a sus hijos para que puedan madurar en su condición de personas, dada por Dios, y acceder a los valores de la vida (Ef 6,1-4). El discernimiento y la guía del Espíritu Santo llevará a los padres a no caer en una educación rígida que cohibe, atemoriza y suscita rebeldías; ni tampoco en una educación liberal donde el niño no aprende a conocer límites y responsabilidades y se desarrolla caprichosamente según lo que siente y quiere. Esto genera una personalidad individualista, sometida a la propia naturaleza pecaminosa y con pocas defensas para enfrentar las dificultades y sufrimientos de la vida.

Es tarea de los padres el ayudar al desarrollo del nivel humano, moral (distinción del bien y el mal) y social de sus hijos. Poner límites, estimular, enseñar el bien común, dar valores de generosidad, respeto, solidaridad. Educar para la libertad responsable (conciencia moral) y la comunión…

Desde la experiencia comunitaria los niños podrán afrontar las exigencias deshumanizantes o despersonalizadoras propuestas por la sociedad materialista y sus medios de comunicación. Los adolescentes tendrán horizontes de esperanza y trascendencia porque sus propias familias han experimentado un Dios vivo y Salvador. Esto es preparar el futuro de sus hijos y las opciones adultas que se acuñaron en la niñez y adolescencia.

Familia y sociedad

En un tiempo de decadencia social en lo moral y religioso, la familia comunitaria es un bastión de trascendencia y humanismo (cf. Ef 4,17-24). Hoy —dice un autor— «solo el consumo parece poder significar la existencia humana, y la trascendencia tiene el rostro desconocido de una quimera».

Y añade: «Quizá el triunfo universalizador de la tecnología y de la democracia de mercado no implique, después de todo, el paraíso que prometían; ni siquiera para aquellos que pueden vivir dentro de sus fronteras. Y tal vez haya que aceptar que la vida demanda algo más por sus favores y también por sus disfavores» [1].

La actitud evangélica de estar en el mundo sin participar de su sistema de pecado, nos lleva a valorar una opción existencial clara, firme y decidida por el estilo evangélico de vida. Pasarán las lluvias, vientos y tormentas de las ideologías y diversas culturas paganas, y la casa edificada sobre la roca de Cristo permanecerá firme y victoriosa (cf. 2 Cor 4,16-18).

Desde el carisma del Movimiento, la familia comunitaria ha sido llamada a pasar del camino convencional de los mandamientos y de no perder la gracia de Dios, al camino del seguimiento de Jesús y el llamado a la santidad del propio discipulado.

Impulsados por la alianza del amor al Padre presente en la entrega de su Hijo y la efusión de su Espíritu, orientemos nuestras vidas a la alianza del mandamiento de Jesús y el anuncio testimonial de su Evangelio. Y la familia entera podrá participar eternamente de la plenitud de la alianza trinitaria en el Cielo (cf. 1 Cor 15,28).

Este tema nos propone algunas preguntas finales: ¿En qué medida aún no he convertido mi imagen natural y convencional de familia, y convivo con una dualidad respecto del Evangelio y del carisma del Movimiento? ¿En qué medida valoro a la familia comunitaria como realidad del Reino de Dios y gracia para la Iglesia?

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce
El P. Ricardo, fundador del MPD

P. Ricardo
Cristo Vive Aleluia!
Nº 100, p. 6 (1995)

Textos: Mt 12,46-50; Ef 5,1-2.15-33; Ef 4,25-32 (imagen y conducta del amor familiar).

[1] Oscar R. Cardozo, "El Suicidio del presente", Clarín 12-10-94, pág. 19.

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.