«Les aseguro que cada vez
que lo hicieron
con el más pequeño
de mis hermanos
lo hicieron también
conmigo»
(Mt 25,40)
La Escuela de Servicio "Visita a Hospitales" se reúne los terceros domingos en la sede del Movimiento. Cecilia Di Fonzo es la coordinadora responsable de este servicio que está integrado por 18 hermanos. Hasta el momento, se visitan semanalmente cuatro salas en el Hospital Ramos Mejía (2 de Cardiología y 2 de Hematología) y el piso de PAMI en la Clínica San Patricio. Además, dos integrantes del servicio visitan mensualmente el Cotolengo Don Orione. En el Hospital mencionado se hacen cargo de la animación y la celebración de la liturgia del domingo.
1983: Creación de la escuela. Reuniones en el colegio Misericordia. Se empezó como una escuela de visita de enfermos a domicilio, para una evangelización familiar. Ante nuestra poca experiencia y la falta de hermanos en el servicio, se unieron la escuela de enfermos a casas y la de visita a hospital, quedando un número de cinco hermanos en el servicio.
Lo que se fue haciendo durante el primer año fue lo siguiente:
- Comentarios de expectativas y de experiencias previas.
- Anuncios de la Palabra.
- Encuentros en la Palabra.
- Actitudes para el servicio.
Hacia el fin de este primer año, tuvimos la oportunidad de conectarnos con el que era capellán del Hospital Ramos Mejía, y comenzamos a visitar dicho hospital.
1984: Un grupo de cuatro hermanos comenzamos a visitar la sala de Cardiología, que se nos había otorgado. Fue un año de experiencia y aprendizaje, donde el pequeño grupo quedó consolidado para recibir posteriormente a más hermanos.
En las reuniones de escuela se trabajó el documento de Juan Pablo II sobre el sufrimiento humano (Salvifici Doloris), aplicándolo a las experiencias que íbamos teniendo. Como equipo de servicio, le dimos prioridad a la oración.
1985: Se comenzó un plan de formación —un año— con temas relacionados con la actitud y el perfil del que sirve, y con la fisonomía del enfermo. El Señor aumentó el rebaño de los trabajadores, así que se pudo abarcar la visita a una segunda sala, Hematología, los domingos por la mañana. También comenzamos a hacernos cargo de todas las misas, después de las cuales hacíamos oración con los enfermos que quisieran quedarse.
Se incorporaron a las reuniones de la escuela una hermana que visita una clínica de ancianos, y hermanos que visitan el Cotolengo.
• Capacidad para poder tomar distancia de la angustia del enfermo, escuchándolo y comprendiéndolo.
• Trascender la difícil situación social que se enfrenta, sin perder de vista la presencia de Jesús crucificado en el enfermo.
• Ser capaz de asumir lo propio para poder transmitir, desde la vida, la comunión con la cruz.
• Poder vencer la timidez y el temor a ser rechazado.
• Trabajar con espíritu comunitario.
• Estar desprendido de buscar en el servicio la recompensa del mundo.
• Evangelizar a los enfermos. Jesús, el primer evangelizador. Historia de la pastoral de los enfermos. El carisma de la Obra en el servicio.
• Sentido redentor del sufrimiento.
• Perfil del servidor. Camino de virtudes. Privilegio de acompañar a Jesús.
• Aspecto psicológico del enfermo (a cargo de una psicóloga).
• Fisiología del enfermo (a cargo de un médico).
• La presencia de la comunidad al servicio del que sufre.
Buenos Aires, 27 de setiembre de 1984
Queridos amigos:
Dios quiso que hace algún tiempo tuviera la suerte de conocerlos en la sala de este hospital. A partir de entonces, y poco a poco, Uds. se fueron constituyendo para mí en algo muy querido, porque cada vez que me visitaban eran portadores de alegría, paz y amor, no solamente para mí, sino para todos mis compañeros, con quienes he compartido momentos de tristeza y también de alegría. Si Él quiere, muy pronto voy a dejar esta sala, y en ella voy a dejar a muchos amigos, a quienes aprendí a querer como a hermanos.
Quiero testimoniarles a Uds. mi agradecimiento profundo por haberme brindado en cada una de sus visitas ánimo en mi alma y alegría en mi corazón. Quiero que sepan que su labor es maravillosa. Yo he sido testigo en esta sala del cambio anímico y del nacimiento de la fe en los corazones de muchos enfermos. Yo, al igual que muchos, siento que mi cuerpo está enfermo, pero que mi alma ahora está sana. En esta sala he visto llorar a muchos hombres por su enfermedad, pero gracias a nuestro Compañero inseparable, Cristo, he visto llorar de felicidad a muchos enfermos al sentir mejoría en sus cuerpos. Frente a la desesperación y al dolor, aprendimos a orar. Todas las noches, lo invitábamos a Cristo a que nos acompañara y luego nos disponíamos a descansar con paz.
No se olviden de que en un hospital siempre habrá corazones que animar y tristezas que curar, porque mientras el espíritu tenga fuerza, el cuerpo podrá subordinarse a la voluntad del Creador. Aquí me despido, no con un adiós, sino con un "hasta siempre". Tengan la plena seguridad de que los llevaré siempre presentes en mi corazón mientras Dios me dé vida.
Con afecto sincero,
Gualberto Vargas
(N. del E.: Este hermano boliviano -33 años- consiguió su marcapasos después de 4 meses de gestiones, con la colaboración de la escuela de servicio).
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