«Creo que el PCC
fue una de las mejores cosas
que me pasaron
en
mi corta vida
y ¡todo por leer
un volante!»
A principios de 1999 se realizó una "volanteada" debajo de las puertas vecinas a la Parroquia Buen Pastor para invitar a los jóvenes a realizar el Proceso Comunitario para la Confirmación (PCC). Éste es el testimonio de que, a veces, un simple papel puede cambiar la vida
Lo que puedo contar del PCC es que me gustó mucho y la pasé muy bien. Nunca hubiera pensado que iba a estar tan bueno. Por suerte todo el año '99 fue muy bueno para mí, ya que venía de un par de años que habían sido feos, en los que tenía muchos problemas en casa, especialmente con mi papá.
Pasaban muchas situaciones en las que pensaba que sería mejor no haber nacido. Tampoco me daba ganas de seguir viviendo, me sentía una porquería y de a poco me iba alejando de la gente. Pero ahora todo eso quedó muy atrás.
Me acuerdo que en la primera reunión del PCC los catequistas me saludaban como si me conocieran de toda la vida y yo me preguntaba: ¿qué les pasa a éstos? Con el tiempo me di cuenta de que tan mal no estaban.
También encontré un lindo grupo. Al principio me costó conectarme con los pibes, pero con el tiempo terminé más integrado.
Algo que no puedo olvidar son los retiros, donde viví experiencias muy fuertes. Cuando llegué no tenía ni idea de todo lo que después me iba a pasar. En realidad, tampoco pensé que iba a estar en un retiro. Cuando mi hermano iba a uno, yo decía: "ni a palos hago eso". Pero todo cambia.
También es imposible que me olvide de las palabras que me regaló Jesús en cada retiro: La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús en el primero, y La misión universal de los apóstoles, en el segundo.
Todavía no puedo creer cómo pasó el tiempo… Cuando llegó el día de la Confirmación me acordaba de todas las cosas que me pasaron en el año, y cómo había cambiado mi vida desde la primera reunión. Fue muy rápido y me quedé muy triste porque no quería que terminara. Creo que el PCC fue una de las mejores cosas que me pasaron en mi corta vida y ¡todo por leer un volante!…
H. V. |
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