Una terapia puede ayudar no sólo
a reordenar emocionalmente
a la persona
sino también
a cambiarle
sus valores

La persona no es un sujeto neutro, amoral, arreligioso


Este tema tiene muchas implicancias prácticas
en el pastoreo
de los miembros
de una comunidad cristiana

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 43
 

Psicología y Gracia

Ofrecemos la siguiente síntesis entre psicología y Gracia, que sirvió de base para un diálogo entre el P. Ricardo y los psicólogos y psicopedagogos de El Movimiento de la Palabra de Dios en el año 1982

Hablando de la "Expresión del Carisma" nuestros Estatutos dicen: «La gracia supone la naturaleza», y pastoralmente se procuró siempre un proceso integral entre la vida del Espíritu y el desarrollo y madurez de los jóvenes como personas humanas. Es un principio de orientación práctica el que "la gracia supone la naturaleza" y, a su vez, el que "la persona humana debe disponerse íntegramente a la gracia" para permitir que ésta obre con toda su eficacia. Por lo mismo, la estructura de los grupos y del Movimiento se va desarrollando como acompañamiento de todas las etapas de la vida del cristiano orante.

Por ese motivo, expresado en nuestro documento, hemos elegido como tema "Psicología y Gracia" para el encuentro de hoy. El tema está desarrollado en tres partes a modo de una guía o base para el diálogo.

1. El reduccionismo psicológico

• La psicología es una de las ciencias del orden de la naturaleza humana: se ocupa de la psiquis. El hombre posee además, una realidad corporal y una realidad espiritual. El hombre es cuerpo, psiquis y espíritu íntimamente entrelazados y elevados a una vida sobrenatural.

• El terapeuta trabaja específicamente sobre un área natural de la persona: su siquismo; especialmente el campo emocional.

• Al hacerlo, está suponiendo teórica y prácticamente una antropología. De aquí surge un primer problema: ¿Cuál es esa antropología?

• La tentación del psicólogo es el reduccionismo psicológico: todo puede ser sicológicamente explicado en la vida y la conducta del hombre. La fe, la moral, los distintos valores, hechos, actitudes y conductas pueden ser sicológicamente interpretados en un sentido meramente emocional.

• De este modo, la terapia puede absolutizarse y pasar a tener el rol de una "religión" para el paciente. En ese caso, todo depende de la terapia y, en definitiva, del enfoque general —y a veces particular— del terapeuta.

• De ahí que muchas veces una terapia puede ayudar, no sólo a reordenar emocionalmente a la persona, sino también a cambiarle sus valores. Esto ocurre cuando lo sicológico no se integra en una antropología trascendente, y no se supedita debidamente a la moral y a la fe. El orden emocional, entonces, ha pasado a ser el valor supremo que el terapeuta le ha dado al paciente.

• Los sistemas sicológicos, aunque no sean materialistas, pueden tener, en la práctica al menos, un concepto sicológico pero no trascendente de la persona humana.

2. Terapia y naturaleza humana

• Desde una concepción trascendente e integral de la persona humana, que incluye la realidad de lo sobrenatural y la experiencia espiritual, los fenómenos interiores de la vida son más ricos y complejos que los de un "reduccionismo sicológico".

• La terapia debe ayudar a ordenar una naturaleza humana abierta a la fe y a la experiencia de la gracia; a Dios y a la experiencia de su Amor. La eficacia de la gracia es favorecida por una naturaleza síquicamente sana u ordenada, y por eso la terapia puede ser una ayuda naturalmente eficaz para que el Amor de Dios pueda convertirse en amor entre los hombres.

• Por lo tanto, el ordenamiento emocional no puede aislarse prácticamente de la persona como sujeto de valores humanos, morales y espirituales.

• Una terapia integral, que asuma a la persona en su realidad total y trascendente, ayuda a elaborar conflictos emocionales, da la posibilidad de distinguir entre el modo negativo en que vivió emocionalmente una realidad y la realidad misma. No puede arrancar la realidad de un valor humano, moral o religioso para corregir la emocionalidad. La persona no es un sujeto neutro, amoral, arreligioso. De otro modo es como estropear un cuerpo para adaptarlo a una vestimenta…

La gracia supone una naturaleza y se expresa en ella sin necesariamente sanarla ni esperar a que sea sana. De ahí que —de alguna manera— lo terapéutico puede necesitar el discernimiento espiritual para distingulr entre la Gracia (la fe, un llamado vocacional, una gracia particular) y el modo como la Gracia fue inconscientemente vivida (significado emocional del inconsciente desordenado o enfermo).

• De este modo, la terapia no sólo ha de ordenar (sanar) emocionalmente a la persona sino que debe dejar integrado en ella un orden existencial objetivo y trascendente.

3. Gracia y naturaleza

• La Gracia supone una naturaleza y cuanto más ordenada y sana esté, mejor ella podrá ser cauce de la eficacia de la vida divina y del amor de Dios.

• A su vez, la gracia puede utilizar mecanismos sicológicos dándoles una orientación de trascendencia. Así por ejemplo, a través de su "omnipotencia" Francisco Javier es convertido en el misionero audaz que evangeliza la India, Japón, e intenta hacerlo con China. La ambición natural de Ignacio de Loyola es orientada a fundar la Orden más desarrollada de la Iglesia Católica.

• Si apareciera, en un momento, un punto de conflicto entre un orden emocional y un valor evangélico o una gracia particular, allí sigue primando el Amor a Dios por encima de todo, por encima de sí mismo. El pecado no se puede justificar por razones sicológicas porque el fin no justifica los medios (cf. el sexualismo de los sicólogos y terapeutas materialistas o liberales).

• Para el cristiano enfermo la Cruz también es un valor. Hay que trasladar a la sicología la seriedad del criterio evangélico: es mejor entrar con un conflicto no resuelto en el Reino de los Cielos que —con un aparente orden emocional— ser arrojado fuera de Dios (Mt 5,29-30), sin que esto signifique justificar la enfermedad y evitar un tratamiento…

• A todo esto habría que añadir lo que en el orden de la salud síquica puede provocar la gracia a través de la oración de sanidad y cómo podría integrarse ella en un proceso de terapia sicológica.

• Para finalizar, señalamos la necesidad de que la antropología sicológica incorpore a su campo el conocimiento de las categorías de gracia y de pecado, de experiencia sico-mística de la persona y de naturaleza en situación de pecado. De este modo se evitaría caer prácticamente en la ingenuidad rousseauniana de que "el hombre es bueno por naturaleza", y se abriría la terapia a la posibilidad de fenómenos trascendentes en el mismo sujeto sicológico.

El deseo de vivir integralmente la fe y de agrecerle al amor de Dios una naturaleza ordenada nos lleva a profundizar hoy este tema, que tiene muchas implicancias prácticas en el pastoreo de los miembros de una comunidad cristiana y en la orientación espiritual de la vida interior, especialmente en circunstancias de terapia sicológica. ¡Se abre así la misión de todo un campo de integración entre los aportes de una ciencia secular y el camino interior del Amor de Dios para los profesionales de la sicología en El Movimiento de la Palabra de Dios!

El P. Ricardo, fundador del MPD

P. Ricardo
Cristo Vive Aleluia!
Nº 43, p. 7 (1984)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.