La Jornada de María de 1988 llegó
con la gracia de la aprobación canónica definitiva de la Obra

'Esta obra
de El Movimiento
de la Palabra de Dios
es un don
para la Iglesia
y para el mundo.
Es un carisma de oración, fraternidad y evangelización.
A esta Obra
se le encarga
el ministerio
de la Palabra,
el carisma del Amor y el testimonio del Señorío de Cristo'
(Mons. Novak)


Para pertenecer
al Movimiento
de verdad,
es necesario vivir según la experiencia fundamental
de la Obra:
la experiencia
de un Dios Vivo,
de la fraternidad hacia adentro
de los grupos
y hacia afuera,
y de la Palabra
de Dios
como estilo de vida

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 64
 

María en los pasos de nuestra historia

Todos los años, para la fiesta de la Asunción de la Virgen María, el Movimiento es convocado por su Madre a un encuentro de anuncio, fraternidad y oración. El 14 de agosto de 1988, coincidiendo con el cierre del Año Mariano Universal, la Jornada de María llegó con la gracia de la aprobación canónica definitiva de la Obra, una confirmación de los pasos dados hasta ahora y un nuevo compromiso en una etapa de mayor adultez.

No es común que un acontecimiento convoque a todos los miembros del Movimiento como lo hace la Jornada de María. La Mujer del Mundo Nuevo, María de la Palabra, llamó este año a sus hijos de la Obra a un encuentro muy especial. Desde la mañana llegaron al Ateneo Nuestra Señora de Lourdes, en Quilmes, adultos, jóvenes, niños; familias enteras de la Capital, del Gran Buenos Aires y del interior del país. María, sin dudas, convoca.

Para muchos miembros del Movimiento esta Jornada suele ser un momento especial de gracia. Para algunos, una oportunidad de encontrarse con hermanos y hermanas que hace tiempo no ven. «No parece haber diferenciación de centros. Se nota que somos un cuerpo con un mismo Espíritu», comentó una hermana.

Muchos van a la Jornada sin expectativas o por costumbre, pero siempre, si llevan un corazón sencillo y fiel, como el de María, la Madre les permite experimentar esa sensación de familia del Movimiento bendecida profundamente por el Señor.

El clima de ese día también fue una bendición; pleno invierno con un tiempo agradable y con la lluvia que llegó sólo en un momento en que la actividad se desarrollaba en el salón. Pero esto no fue una sorpresa, ya que María siempre regala la oportunidad de disfrutar del parque. Y allí, muchos se sorprendieron al reencontrarse con aquellos hermanos y hermanas que asistieron a las primeras Jornadas de agosto cuando eran adolescentes, y que en esta oportunidad llegaban con sus hijos.

Tiempo de adultez para muchos. Y tiempo de adultez para el Movimiento.

Seguir modelando una nueva imagen de Iglesia

El P. Ricardo inició la Jornada con una charla dirigida a los miembros de más tiempo en la Obra. El tema fue "La Iglesia-Comunión en el Movimiento", y tomaba la misma inquietud del reciente Sínodo romano sobre el laicado: la necesidad de reconsiderar el lugar del laico en la Iglesia, para comprometer a los hermanos y hermanas del Movimiento con esta realidad de renovación eclesial.

Dijo el P. Ricardo: «La Palabra de Dios, la oración abierta al Espíritu Santo y los sacramentos, vinculan permanentemente a los miembros del Movimiento con el Misterio y la vida de la Iglesia. El compartir de la vida y la oración comunitaria nos abren al derramamiento permanente del Espíritu Santo en orden a formar la Iglesia-comunión por la fraternidad del mandamiento de Jesús y la conducción pastoral. La docilidad al Espíritu que nos anima nos vincula con la misión de la Iglesia que consiste en el testimonio, el anuncio evangelizador y el servicio civilizador (…)».

La Iglesia-comunión se hace visible en el Movimiento por el don de la fraternidad, y en la enseñanza de nuestras Escuelas Pastorales se da la conciencia de lo que es un trato fraterno y un trato funcional o formal entre los cristianos (…) En nuestros Estatutos de Vida, nosotros hemos expresado esta realidad hablando de un «vínculo fundamental entre todos los miembros del Movimiento».

Luego la charla se refirió a la comunión en el Movimiento, servida por diversidad de ministerios: «Desde la perspectiva de la actividad, la Iglesia es una Comunidad de 'Servicialidad'* con la participación —a distintos niveles— de todos sus miembros (…) El servicio es una ley del Reino. Los miembros pasivos, cómodos y no comprometidos en la comunión eclesial son un lastre para el Cuerpo de Cristo. Tal 'peso muerto' priva al Cuerpo de muchas de sus posibilidades de vigor y de misión en la evangelización, la salvación, y aún, en el ordenamiento temporal del mundo. En el Movimiento, la comunión de la fraternidad y el amor mutuo es servida por diversidad de tareas y ministerios».

El Día de María siempre trajo algún regalo

Alrededor del mediodía llegó el Padre Obispo Jorge Novak y se reunió toda la gran comunidad de los grupos de Evangelio, de oración y de crecimiento en la fe, comunidades de vida y de trabajo, matrimonios dedicados y comunidades de consagrados. Se inició entonces el encuentro que tendría como momento principal la lectura del Decreto de aprobación definitiva de los Estatutos.

El P. Ignacio habló de la historia de la Obra, señalando que aquel era un momento en el que convergían muchos pasos dados a través del tiempo: «El Señor nos engendró en la Iglesia con vocación de caminantes. Era el año 1973, en setiembre. Y aquellos primeros grupos juveniles de oración —así nos llamábamos— gateaban su esperanza en el año '74, pero progresivamente iban tomando conciencia de que tenían vocación de ser una familia grande. En 1976 nos comenzamos a llamar con el nombre que siempre resonó en nosotros como identidad: El Movimiento de la Palabra de Dios. Anhelábamos entonces que este nombre que sentíamos recibir de Dios y reconocer en nuestra experiencia lo pronunciara la Iglesia para certificar esta inspiración de Dios. No buscábamos sólo un reconocimiento oficial; queríamos que hablaran las obras —como decía Jesús—, que nos reconocieran como discípulos por el amor mutuo de nuestras comunidades».

Y luego agregó, dirigiéndose al P. Obispo: «Reconocemos que Dios obró especialmente en su corazón, nos abrió las puertas en esta querida diócesis de Quilmes y nos dijo: »

'Esta obra del Movimiento de la Palabra de Dios es un don para la Iglesia y para el mundo. Es un carisma de oración, fraternidad y evangelización. A esta Obra se le encarga el ministerio de la Palabra, el carisma del Amor y el testimonio del Señorío de Cristo'.

Entonces se refirió a los pasos previos a la aprobación definitiva con estas palabras: «'Esto es obra del Espíritu Santo', nos dijo el Padre Obispo en el año 1982, en esa primera aprobación. Esto significó para nosotros un momento de gracia en esa Jornada de María, con la aprobación de los Estatutos Provisorios. Fue allí donde presentamos los primeros Estatutos, que querían mostrar por escrito la vida que el Señor nos regalaba y los canales estructurales para que esa vida no se dispersara ni se estancara. Luego de seis años, habiendo caminado un trecho más como Obra, con muchos hermanos nuevos y con una sed muy grande de fidelidad al Señor, María, nuestra Madre, nos vuelve a preparar una fiesta en este lugar tan querido».

El Señor cumple sus promesas

«Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (…) Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe» (Jn 1,1.3-4).

La canción que identifica al Movimiento reproduce el prólogo del Evangelio de san Juan. Después de la lectura de este pasaje, central para la Obra, el Padre Obispo Novak lo comentó, y luego exhortó a los miembros del Movimiento a llevar la Palabra a los hombres y mujeres para que el Espíritu Santo triunfe sobre el pecado en el mundo. «Ofrezcamos al hombre de hoy un testimonio coherente, eficaz y convincente de que Jesús es el único Salvador», subrayó.

Citó entonces el pasaje de la carta a los efesios que se refiere a la unidad (Ef 4,1-16), y dijo: «Busquen ser siempre en la Iglesia instrumento de Comunión».

El Padre Obispo volvió a reconocer la Obra como iniciativa del Espíritu y don para la Iglesia, e invitó a los hermanos presentes a progresar en la santidad de vida, a dar pasos atentos a la voz interior del Espíritu.

Poco después el P. Aníbal leyó el decreto para la aprobación definitiva de los Estatutos del Movimiento. «Esto no es un premio para nadie —diría luego un hermano—. Es un signo de la acción de Dios y de su gracia. No tenemos que recibirlo con actitud 'triunfalista', sino como expresión de la misericordia del Señor en nuestra fragilidad. ¡Dios siempre cumple sus promesas!»

La repercusión del acontecimiento en los hermanos

Leticia y Carlos Entesano, un matrimonio dedicado a Dios en el Movimiento y coordinadores del centro de Devoto, compartieron su experiencia en la Obra y expresaron su agradecimiento por todo lo recibido en trece años de camino. «Estamos profundamente agradecidos a este pueblo que quiere ser santo, y que son ustedes, nuestros hermanos, que constituyen comunidades y grupos para ayudarnos a andar, que nos dejan ver el testimonio de la Palabra transformada en vida, nos pastorean como ovejas de Jesús y reciben el esfuerzo y la dedicación que nos animamos a ofrecer. Damos gracias al Padre Obispo, a la Iglesia, a la entrega de todos los pastores».

Muchos se sintieron representados por las palabras de Leticia y de Carlos, y se saludaron celebrando el momento de gracia, manifestando el eco que tenía el acontecimiento en sus corazones: «La aprobación del Movimiento me motiva a hacer una opción concreta para que así como hoy caminamos por la entrega de los primeros hermanos de la Obra, los que vengan puedan caminar por nuestra entrega», decía una hermana. Y otra expresaba: «Es un día de alegría profunda y de paz interior para mí. Me siento llamada a mirar los horizontes y relativizar mis dificultades personales. El Movimiento somos cada uno de nosotros; ésta es nuestra fiesta».

El Rosario, oración poderosa

«Rezar el Rosario como Movimiento es concretar un deseo de María, nuestra Madre», se anunció por la tarde.

Entonces la oración mariana reunió alrededor de 1500 personas en un momento de petición, agradecimiento y, fundamentalmente, alabanza por las gracias recibidas. La oración espontánea y el canto sellaron ese encuentro de interioridad.

«Se repitió aquí el milagro de las bodas de Caná —comentó una hermana— María intercede y Jesús nos regala este milagro: el Reino de Dios ya está entre nosotros».

La Jornada concluyó con una misa, presidida por el vicario general de la diócesis y concelebrada por el P. Ricardo, sacerdotes nazarenos y allegados a la Obra. En la homilía, el P. Jorge ahondó en el verdadero sentido del acontecimiento. «Se le confía al Movimiento un ámbito en la vida de la Iglesia; cada integrante tiene entonces una responsabilidad que supera la propia persona, la responsabilidad de que la Iglesia recibe su obra y su tarea, su vida entera (…) El Movimiento no es un ente jurídico aunque además lo sea; el Movimiento es cada uno de sus miembros como integrantes de este grupo particular de la Iglesia; a cada uno se le propone un modo particular de estar en la Iglesia».

Pero ¿a qué se refería con «un modo particular de estar en la Iglesia»?

«Para pertenecer al Movimiento —subrayó—, no sólo de nombre sino de verdad, es necesario vivir según la experiencia fundamental de la Obra: la experiencia de un Dios Vivo, de la fraternidad hacia adentro de los grupos y hacia afuera, y de la Palabra de Dios como estilo de vida».

El P. Obispo Jorge exhortó a repetir el Sí de María para que el Espíritu de Dios actúe en cada uno. «No sabemos adónde nos va a llevar el Espíritu, pero sí tenemos conciencia de que el carisma de la Obra depende de cada uno. ¿Somos capaces de decir hoy, como María, 'hágase en mí tu voluntad'?»

Movimiento de la Palabra, el camino no es fácil pero el Espíritu Santo te asiste. Movimiento de la Palabra, nacido de la Pascua, es tiempo de afianzar la madurez que el Señor te invita a asumir, y de confiarte a María haciendo tuya la oración del cardenal Pironio por la Iglesia, que dice:

«Nuestra Señora de la Reconciliación,
imagen y principio de la Iglesia:
hoy dejamos en tu corazón,
pobre, silencioso y disponible,
esta Iglesia peregrina de la Pascua.
Una Iglesia esencialmente misionera,
fermento y alma de la sociedad en que vivimos,
una Iglesia Profética que sea el anuncio
de que el Reino ha llegado ya.
Una Iglesia de auténticos testigos,
insertada en la historia de los hombres,
como presencia salvadora del Señor,
fuente de paz, de alegría y de esperanza,
Amén»

La Guardiana

Al finalizar la Eucaristía de cierre de la Jornada el P. Ricardo realizó un gesto de consagración del Movimiento al Corazón de María mediante una oración.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce


Mirtha R.
Cristo Vive Aleluia!
Nº 64, p. 156 (1988)

* Servicialidad: actitud de la persona servicial, que sirve con cuidado y diligencia, pronta a complacer y servir a otros.

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.