«He combatido
el buen combate;
he terminado
mi carrera;
he guardado la fe»












«El Evangelio es
una fuerza de Dios
para salvación
de todo el que cree»

«¿Oh abismo
de la riqueza,
de la sabiduría
y de la ciencia
de Dios!
¿Cuán insondables son sus designios
e inescrutables
sus caminos!»

Reseña biográfica de san Pablo, apóstol y mártir

Paulus (Pablo) es su nombre de ciudadano romano. Como judío (Flp 3,5) se llama Saulo y nace en Tarso, Cilicia (Hch 22,3), capital administrativa de la región, hacia el año 8. Judío de la diáspora, hablaba griego. Se presenta, de este modo, en la frontera de tres culturas diferentes. Aprende un trabajo manual, quizá heredado del padre, que consiste en el oficio de "fabricar tiendas" (cf. Hch 18,3), lo que probablemente significa que trabajaba la lana ruda de cabra o la fibra de lino para hacer esteras o tiendas. Desde joven siente la necesidad de dedicarse a Dios y por eso a los 13 años se convierte en bar mitzvà ("hijo del precepto") y va a Jerusalén a estudiar la Torá o Ley de Moisés con los mejores maestros fariseos de su tiempo (Hch 23,6; Gál 1,13) como el rabino y doctor Gamaliel el Viejo.

En virtud de esta ortodoxia profunda, aprendida en Jerusalén, ve en el nuevo movimiento inspirado en Jesús de Nazaret un riesgo, una amenaza para la identidad judía, para la auténtica ortodoxia de los padres. Como joven cumplidor y responsable, los judíos le encargan la difícil tarea de eliminar de sus comunidades esta doctrina nueva y sospechosa de los cristianos. Saulo dirige la represión contra los seguidores de Cristo y lo hace duramente, para bien de su religión.

La conversión de Saulo sucederá en Damasco (Hch 9,1-2; 22,5 y 26,12) hacia el año 36. Allí el Señor lo llama perseguidor, cuando sencillamente tenía la ambición de servir a Dios. Hasta ese momento Saulo se sentía bueno y daba gracias a Dios por haberlo hecho un creyente responsable, cumplidor y militante. Ahora, en la luz de Cristo, descubre que sus méritos y servicios no son los que valen para Dios; su fe es, antes que nada, fanatismo humano, y su seguridad de creyente, orgullo disimulado. Saulo se ve pecador, violento y rebelde, pero al mismo tiempo entiende que Dios en Jesús lo ha acogido, elegido y perdonado.

En adelante Pablo va a ser para Cristo el instrumento elegido para extender la Iglesia en los demás países. Sería el Apóstol de las naciones. Es decir que no conoció a Jesús durante su vida terrena en Jerusalén o por los caminos de Galilea, como los Doce Apóstoles. Es el primero que tuvo como experiencia sólo la del Resucitado, la misma que tendrán luego todos los cristianos. Pablo va a dar testimonio de las enseñanzas de sus padres y de lo que ha experimentado: ¿Cristo ha resucitado! Y es verdad que combatió, que hizo muchas carreras y que guardó la fe. Su competición, desde Damasco hasta la meta (le gusta presentar la vida cristiana con imágenes deportivas) no es en vano, y merece el podio.

Siempre marcha rápido, aguijoneado con el espíritu de triunfo. En otro tiempo, se contenta con guardar los mantos de los que lapidan a Esteban. Después se levanta como campeón de la libertad cristiana en el concilio de Jerusalén. Y ve necesario organizar las iglesias en Asia, con Bernabé; ciega con su palabra al mago Elimas y abre caminos en un mundo desconocido.

Pablo normalmente es pintado como un hombre calvo con barba negra, pero vigoroso e intenso. Suelen acompañarlo dos o tres compañeros, aunque a veces va solo. Entra en el Imperio de los ídolos: países bárbaros, pueblos extraños, ciudades paganas, caminos controlados por cuadrillas de bandidos, colonias de fanáticos hebreos fáciles al rencor y tardos para el perdón: Antioquía, Pisidia, Licaonia, Galacia.

Y siempre anunciando que Jesús es el Hijo de Dios, el Señor, Redentor y Juez de vivos y muertos que veinte años antes había ido de un lado para otro por Palestina, como un vagabundo, y que fue rechazado y colgado en la cruz por blasfemo y sedicioso. Su primer viaje misionero es hacia el año 47. Funda muchas comunidades cristianas. Escribe directamente 7 cartas y mediante discípulos suyos otras 7 cartas, llenas de enseñanzas y testimonio de su fe profunda y adulta. Gracias a su trabajo y empeño el Evangelio echa raíces en la cultura griega y romana y puede llegar hasta nosotros.

Los judíos se conjuran para asesinarlo. En la sinagoga lo rechazan y los paganos lo oyen en las plazas. Alguno se hace discípulo y muchos se amotinan, lo apedrean y maldicen. Va y viene cuando menos se lo espera; no tiene un plan previo porque es el Espíritu quien lo lleva; de casi todos lados lo echan.

Filipos es casi la puerta de Europa que le hace guiños para entrar; de allí es Lidia la primera que cree; pero también hay protestas y acusaciones interesadas hasta el punto de levantarse la ciudad y declararlo judío indeseable haciendo que termine en la cárcel, después de recibir los azotes reglamentarios. En esta ocasión, hay en el calabozo luces y cadenas rotas.

Tesalónica, que es rica y da culto a Afrodita, es una buena ciudad para predicar la pobreza y la continencia. Como judío errante llega a Atenas, toda ella cultura y sabiduría, donde conocen y dan culto a todos los diosecillos imaginables, pero ignoran al Dios verdadero que es capaz de resucitar a los muertos como sucedió con Jesús.

   

Corinto le ofrece un tiempo más largo. Hace tiendas y pasa los sábados en las sinagogas donde se reúnen sus paisanos. Allí, como maestro, discute y predica. El tiempo libre, ¿qué ilusión!, tiene que emplearlo en atender las urgencias, porque llegan los problemas, las herejías, en algunas partes no entendieron bien lo que dijo y hay confusión, se producen escándalos y algunos tienen miedo a la parusía cercana.

Para estas cuestiones es preciso escribir cartas que deben llegar pronto, con doctrina nítida, clara y certera; Pablo las escribe y manda llenas de exhortaciones, dando ánimos y sugiriendo consejos prácticos.

En Éfeso trabaja y predica. Los magos envidian su poder y los orfebres venden menos platería desde que está Pablo; se está acabando el negocio montado con las imágenes de la diosa Artemisa. El templo que se le había dedicado en Éfeso, el Artemision, era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Las menores ganancias provocan el tumulto.

Piensa en Roma y en los confines del Imperio; el mismo Finisterre, tan lejano, será una tierra bárbara a visitar para dejar sus surcos bien sembrados. Sólo el límite del mundo pone límite a la Verdad.

Quiere despedirse de Jerusalén y en Mileto empieza a decir «adiós». El Pentecostés del 59 le brinda en Jerusalén la calumnia de haber profanado el Templo con sacrilegio. Allí mismo quieren matarlo; interviene el tribuno, hay discurso y apelación al César. Es encarcelado. El camino es lento, con cadenas y soldados, en el mar naufraga, se producen incontables vicisitudes y se hace todo muy despacio.

La cautividad sufrida y enamorada lo lleva a escribir cartas donde expresa el misterio de la unión indivisible y fiel de Cristo con su Iglesia. Después de dos años en cadenas (en la cárcel Mamertina que puede visitarse en Roma), al viajero que es místico, maestro, obrero práctico, insobornable, valiente, testarudo, profundo, piadoso, exigente y magnánimo, el tribunal de Nerón lo pone en libertad en la primavera del año 64. Poco después, el hebreo ciudadano romano tiende su cuello a la espada cerca del Tíber. Por ser romano, no fue crucificado sino degollado. Muere mártir dando su vida por Cristo y por su Reino en Roma hacia el año 67. Según una antigua tradición su martirio fue cerca de la Via Hostia, donde hoy está la abadía cisterciense de las Tre Fontane (llamada así por tres fuentes que según la tradición surgieron cuando su cabeza, separada ya del cuerpo, rebotó tres veces). Cerca del lugar de su martirio se levantó una preciosa basílica mayor: San Pablo extramuros.

«Oremos para que el Señor, que hizo ver su luz a Pablo, que le hizo escuchar su Palabra, que tocó su corazón íntimamente, nos haga ver también a nosotros su luz, para que también nuestro corazón quede tocado por su Palabra y también nosotros podamos dar al mundo de hoy, que tiene sed, la luz del Evangelio y la verdad de Cristo» (Benedicto XVI).

Oración

Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría
con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel
a las enseñanzas de estos apóstoles,
de quienes recibió el primer anuncio de la fe.
Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.


Más información:
evangelizo.org www.corazones.org
vatican.va ec.aciprensa
es.wikipedia.org Benedicto XVI

Esta síntesis se ofrece instar manuscripti para su divulgación. Es una copia de trabajo para uso interno de El Movimiento de la Palabra de Dios, y ha sido depurada dentro de lo posible de errores de tipeo o traducción.