En enero de 1988
se realizó una misión a diversos pueblos de la provincia de Santa Fe. Entre sus frutos, se encuentra este testimonio

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 64
 

Misiones de verano

Lo que voy a contarles es algo muy hermoso que me pasó desde la llegada de estos hermanos misioneros. Creo que debo antes presentarme: soy Liliana, tengo 24 años, estoy casada y tengo dos hijos. Yo creía en Dios pero de otra manera, de una manera egoísta; digo egoísta porque me acordaba de Él solamente cuando necesitaba algo. Pero ahora aprendí a quererlo como Dios quiere, lo quiero con todo mi corazón, y siento que Él está conmigo en todo momento.

Aprendí también a darle gracias yendo a Misa todos los domingos, cosa que antes no hacía por fiaca.

Me di cuenta de que era capaz de pedirle cosas a Dios todos los días pero que no era capaz de darle a Dios una hora por semana. Creo que me demostró que me ama bendiciendo a mi familia, porque mi esposo, Roberto, era una de esas personas que decía que Dios no le había dado nada para demostrarle su amor. Ahora, por gracia de Dios, tomó la primera Comunión el año pasado —el 8 de diciembre— y yo también el 22 de noviembre. Él que decía que no creía en Dios para nada, ahora no sabemos cómo hacerlo callar en la Iglesia cuando alguien pregunta algo de Dios.

Estoy muy feliz porque estos hermanos sembraron la primera semilla en mi corazón, pero también estoy un poco triste porque ya se van, y no sé si algún día los volveré a ver; que Dios los bendiga.

Jesús es la Esperanza que este mundo desconoce

Liliana
Cristo Vive Aleluia!
Nº 64, p. 26 (1988)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.