La Palabra de Dios se ha puesto en "movimiento": Encarnación-Pascua-
Glorificación
son distintos momentos
de un mismo movimiento

Cristo Vive ¡Aleluia! N° 8
 

El Movimiento

El número anterior de CRISTO VIVE tenía un artículo sobre El Movimiento de la Palabra de Dios. Hoy queremos detenernos brevemente sobre el sentido del vocablo subrayado.

Para nosotros, la palabra "Movimiento" no tiene un sentido sociológico —movimiento de masas o multitudes en torno a algo o alguien— sino teológico. La Palabra de Dios se ha puesto en "movimiento": Encarnación-Pascua-Glorificación son distintos momentos de un mismo movimiento. Va desde la eternidad a la historia para envolver al hombre y llevarlo a participar de la trascendencia divina «a fin de que Dios sea todo en todos» (1 Cor 15,28).

Tal "movimiento" tiene un trozo de camino que es el tiempo de la Iglesia. Ella nace como fruto del movimiento redentor y santificador que la Palabra de Dios ha provocado en la historia.

La Iglesia es sostenida por la Palabra de Dios glorificada, mediante la acción del Espíritu Santo. Ella es la comunidad de Cristo ungida por el Espíritu —que se mueve en ella— para constituirla un signo de la Alianza del Amor de Dios (cf. Jn 13,35; Hch 2,42-47) y ponerla en misión hasta los confines de la Tierra (cf. Hch 1,8; Mt 28,20).

Esto nos lleva a tener conciencia de todo el misterio de Dios en torno a su Palabra. Porque la conciencia que tenemos del misterio de Dios se debe a la revelación de su Palabra.

«Dios dispuso en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9) mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina» (Dei Verbum nº 2).

Sentimos también que dentro de la Vida de la Iglesia, la Palabra de Dios se ha puesto en "movimiento" entre nosotros dando lugar a un movimiento de oración, vida compartida y evangelización.

El Movimiento de la Palabra de Dios mira a la santidad de la gloria de Dios. Ella es el término eterno de nuestra existencia porque «al fin y sin fin amaremos, gozaremos, alabaremos» (san Agustín).

P. Ricardo
Cristo Vive Aleluia!
Nº 8, p. 3 (1977)

© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia.