Pascua II quedó
en la memoria
del Movimiento
como un acontecimiento
especialmente carismático
Podemos caracterizarnos como
Grupos de
la Palabra de Dios
con
la fuerza
del Espíritu
La gracia
del Cursillo
fue de enorme repercusión interior
y le
dio identidad
a los grupos juveniles
de oración
Ministerios nuevos.
Ministerios laicos.
Reavivo fuegos viejos.
Mi Iglesia
es renovada. Estructuras sanas para
la evangelización
de los hombres.
La Palabra
como Ministerio.
El Amor como Carisma
Laicos y sacerdotes consagrados
en comunidades carismáticas
de Alianza
para servicio
del Evangelio
en el mundo
Nuestra finalidad,
desde una evangelización continuada,
es buscar
las estructuras adecuadas
a un Pueblo
que desarrolla
la evangelización
en el pastoreo
de su vida personal
y comunitaria,
y tender
efectivamente
a la renovación evangélica
de la sociedad
El Movimiento de la Palabra de Dios comúnmente reconoce en su historia un tiempo de gestación (setiembre a diciembre de 1973), su nacimiento en la fiesta de Pascua (1974) y la conciencia de su identidad actual (1976). (Estatutos, presentación de la Obra).
En base a la experiencia del año anterior y de acuerdo al crecimiento oracional de los grupos, se organizó una segunda Pascua del Movimiento. En ese año de 1975, la Semana Santa coincidía con el comienzo de las clases. Eso hizo que no hubiera casi tiempo de invitar gente nueva. La mayoría del centenar de asistentes eran jóvenes del año anterior.
«La composición del conjunto con relación al año anterior varió en algunos aspectos. El grupo, en sí mismo, era humana y espiritualmente más maduro. Los universitarios, en número, pasaron de 15 a 49, y los estudiantes secundarios eran en su mayoría de 5° año. Los muchachos sumaban casi 30. Se invitaron a los padres de los ejercitantes para participar en la misa pascual» [2].
Pascua II quedó en la memoria del Movimiento como un acontecimiento especialmente carismático. La experiencia de espontaneidad carismática del año anterior se acrecentó de manera sorprendente.
«Era el tiempo de trabajo personal. La gente oraba dispersa por toda la casa y el parque. Entonces se comenzaron a dar manifestaciones carismáticas simultáneas y sucesivas en diversas partes del jardín y de las habitaciones. Fue un derramamiento simultáneo y, a la vez, disperso del Espíritu sobre el Retiro».
«El 'ventarrón' de Dios fue amainando en sus repercusiones más externas hacia la tarde; pero su acción continuó suave hasta terminar el Retiro».
«Unos 22 jóvenes experimentaron el 'orar en lenguas', a lo que se añadieron manifestaciones de interpretación (1 Cor 12,10-11), profecía (1 Cor 14,12-13) y cánticos inspirados (1 Cor 14,15b) (Ef 5,18-19)».
«También María se hizo presente en la Pascua por la composición de un canto que llenó el ambiente de resonancia mariana».
Con este nuevo impulso de gracia, los grupos juveniles de oración iniciaron el nuevo año pastoral. En la fiesta de Pentecostés, resumíamos así ese camino de Evangelio: «Podemos decir que los miembros de estos grupos han recibido como experiencia: la afirmación de su fe cristiana; una experiencia de relación —personal y comunitaria— con el Dios Vivo y trinitario del Evangelio; un gusto por la Escritura como Libro de Vida; una recuperación y profundización de la vida sacramental, eclesial y de la piedad mariana; un llamado a la vida comunitaria y fraterna como en los Hechos 2,42-47; un impulso a transmitir la fe, a ser testigo de lo vivido, a responsabilizarse seriamente de su vida (familia, estudio, trabajo, etc.), a crecer en humildad y caridad, a servir las necesidades del prójimo; y a manifestar la alegría del Cristo Resucitado» [3].
La abundancia de la gracia se manifestó también en la aparición de planteos vocacionales. Y así, desde el mes de julio al mes de diciembre, con un grupo de chicas fuimos discerniendo el llamado peculiar de consagración que experimentaban. Inicialmente lo sintetizamos en una frase: «Laicos y sacerdotes consagrados en comunidades carismáticas de Alianza para servicio del Evangelio en el mundo». A fin de año, podíamos dibujar en una charla la Imagen de Nazaret a la que ya nos habíamos referido en la Revista [4]. Así nació el proyecto de Comunidad Consagrada de Nazaret que se concretó en la Comunidad masculina de 1977 y en la Comunidad femenina de 1980. Hoy, estas Ramas Consagradas del Movimiento tienen cuatro comunidades, otras dos en proyecto y seis sacerdotes entre los consagrados.
El resto del año fue muy fecundo en crecimiento e incipiente organización. Así comenzó a aparecer una sencilla publicación con vocación de Revista bajo el nombre de Cristo Vive, Aleluia!.
Con los jóvenes que se hacían cargo de los nuevos grupos se fue haciendo una síntesis de experiencia, en base a comentarios de situaciones pastorales. Ese fue el germen de la actual Escuela de Coordinadores que actualmente funciona en tres ciudades; programada en cinco años de duración y tiene hoy una asistencia de alrededor de doscientos noventa jóvenes.
La Palabra de Dios se descubría en su fecundidad de vida. Y por ese tiempo se dio una charla importante de discernimiento: "Cuatro situaciones de vida a la luz de la Parábola del Sembrador". Eso ocurría en Córdoba, donde se formaba un grupo integrado por adolescentes de cuarto y quinto año [5]. De su desarrollo surgió el Centro de Córdoba que hoy tiene 13 grupos con 220 miembros, una comunidad de consagradas, una Comunidad de Vida [6] y una Escuela Primaria de doble turno.
Una gracia de fundamental importancia, hacia fin de ese año, fue la inspiración del Cursillo de Evangelización: una convivencia de Anuncios evangélicos y oración, que dura 15 días y sintetiza y proclama kerigmáticamente lo que después fue la espiritualidad del Movimiento [7]. Era un modo de "Anunciar el Evangelio" que el Espíritu había inspirado en consonancia con el Sínodo Romano de Obispos y el Documento resultante de él; los jóvenes vencían al Maligno y la Palabra de Dios permanecía en ellos (cf. 1 Jn 2,14b). ¡Los asesores alabábamos a Dios por ello!
Diversas circunstancias providenciales posibilitaron que el Cursillo, gestado en el mes de noviembre del año anterior, pudiera llevarse a cabo en la primera quincena de enero de 1976.
La gracia del Cursillo fue de enorme repercusión interior y le dio identidad a los grupos juveniles de oración. Del Cursillo surgió la Comunidad Universitaria de Evangelización que ese año estudió el documento de Pablo VI Anunciando el Evangelio. También es el año en que se forma el primer grupo de oración de padres.
«Todos estos PASOS DE DIOS, fermentados en la fraternidad, la oración y el servicio, fueron dando progresivamente conciencia de evangelización en la Iglesia, a la Comunidad Universitaria» [8].
Los 46 jóvenes vivían con un espíritu nuevo, lo que se sintetizaba en los "Principios y actitudes de renovación evangélica para un mundo secularizado", entregados en el Cursillo. Su Nº 10 decía:
«Los cinco aspectos básicos de la renovación evangélica son:
1) La manifestación de la fe en el Misterio Pascual, de Jesús Revelador, Salvador y Señor. Y su irradiación por la paz y el gozo de la Resurrección que nos hace ser testigos y apóstoles del Amor y la Palabra de Dios, aún en medio de muchas dificultades, con la alegría del Espíritu Santo.
2) La vida y la actividad carismática del Espíritu Santo como fruto de la Pascua y glorificación de Jesús.
3) La Alianza de la comunión fraterna como fundamento real de la comunidad cristiana en general y de las comunidades consagradas en particular y su celebración en la Eucaristía del Señor.
4) Un apostolado de la Evangelización de nuestro mundo.
5) Una decidida pastoral del Señorío de Cristo sobre la vida temporal y el compartir los bienes entre los cristianos, los pueblos y las naciones» [9].
Por lo demás, el año 1976 se fue desarrollando dentro de lo que ya se hacía "normal" para nosotros: el retiro de Pascua III, las fiestas de Pentecostés, Asunción de María y Navidad; los retiros de los grupos, la oración comunitaria semanal… La primera parte del año trajo la novedad de constituirse el primer grupo de adultos integrado por padres de los jóvenes orantes. El mismo continúa hasta el día de hoy como comunidad de vida y servicio.
En junio de 1976 escribíamos en la misma Revista [10], caracterizando como propio de nuestros grupos «La oración espontánea, expresiva y abierta a la acción del Espíritu Santo… la fraternidad creada desde la oración compartida, y la evangelización desde la vida, la palabra y los hechos».
Y añadíamos: «podemos hacer una identificación más amplia: como movimiento de grupos, como conjunto. Y encontramos, como centro, la Palabra de Dios hecha Pascua y celebrada en la Eucaristía… Podemos caracterizarnos como Grupos de la Palabra de Dios con la fuerza del Espíritu».
…«Con la gracia de Dios y la fuerza de su Espíritu nosotros nos sentimos llamados a llevar la Novedad de Jesucristo en la vida de su Evangelio. A formar diversos centros, comunidades y fraternidades, mediante el reconocimiento del Señorío de Cristo aún en los aspectos temporales de nuestra vida.
«Aspiramos a la renovación de la humanidad y de la vida y, por lo tanto, del corazón. Para que habiendo un corazón nuevo en el hombre, pueda haber un mundo nuevo con estructuras realmente nuevas: las del hombre justo, libre y fraterno. Para ello invocamos la protección de María y de toda la Comunidad del Cenáculo» [10].
Esa conciencia fue aumentando colectivamente a lo largo del año 1976. Y diversas gracias personales, grupales y de circunstancias eclesiales afirmaron nuestra identidad. La gracia se revelaba en la oración y nos decía:
«Busquen la identidad en la Palabra. La Palabra y la oración son medios muy eficaces. Manténganse unidos para esperar lo que del Padre provenga. No piensen en el tiempo, piensen en la Obra. Trabajen para que la Obra crezca. Manténganse humildes a la gracia de la Obra. Sean simples siervos. Exhorten a los demás a la confianza en la Providencia y a la esperanza. Cada uno tiene su función: ejercítenla. Compartan todo, hasta el sufrimiento de los Asesores. El Padre está presente también en los momentos malos. ¿Acaso el Hijo no fue el que venció en las persecuciones?».
«Con palabras como estas y otras semejantes, el Señor nos movía, con su inspiración, a seguir el camino de la fidelidad al Espíritu» [11].
De ese modo, en una de las reuniones mensuales de la Comunidad Universitaria de Evangelización, —la del mes de agosto— se planteó esta cuestión: ¿quiénes somos nosotros? ¿qué nos caracteriza? ¿cómo podemos llamarnos? El grupo se reconoció casi unánimemente como un movimiento llamado a la evangelización y que recibía su identidad de la misma Palabra que lo convocaba. Así pasamos a llamarnos EL MOVIMIENTO DE LA PALABRA DE DIOS.
Lo que había sido objeto de discernimiento pastoral, poco tiempo después se confirmaba por la revelación del Espíritu en la oración de una adolescente. Notábamos, entonces, que su contenido rebasaba las posibilidades humanas y catequéticas de quien lo recibía en su oración. Era una hermosa profecía que sirvió de confirmación al discernimiento pastoral de la Identidad. La llamamos "Ministerio de la Palabra y Carisma del Amor" y decía:
«Bendigo a los fieles. Bendigo al resto fiel como fermento. Bendigo a mis elegidos. Bendigo a los sembradores del desierto. Ustedes lo son. Nadie siembra en el desierto. Esto es incomprensible para los hombres, no para ustedes. A ustedes les ha sido revelada la fecundidad de mi Palabra. Gracia de fertilidad derramada sobre ustedes. ¿No escuchan mi voz? Soy Yo el que los está invitando a fertilizar con sus vidas este gran desierto. Mi Palabra ha venido a cambiar todo. Bendigo a los que entregarán la fecundidad de su sangre. Yo veo más que ustedes; veo todo el resto de la Obra. Errantes en mi Palabra, recorrerán el desierto de los hombres anunciando el Agua que no se acaba. Los bendigo como Cuerpo. Cuerpo que es gestado. Cuerpo al que se le agregarán miembros. Cuerpo que entrega al mundo la realidad de mi Alianza. Cuerpo al que doy un camino especial. Yo los identifico con mi Palabra; que no duden sus corazones, nadie puede llegar a esa identificación si no es por gracia y mi gracia ya está dada. Mi Palabra llega al mundo para cambiarlo. No es una palabra más, es la definitiva. La Obra ya se abrirá. Hay todavía mucho que gestar. Ministerios nuevos. Ministerios laicos. Reavivo fuegos viejos. Mi Iglesia es renovada. Estructuras sanas para la evangelización de los hombres. La Palabra como Ministerio. El Amor como Carisma. La reconciliación es una fuerza entre ustedes. La gracia de la reconciliación en ustedes. Aún no se dan cuenta. Ministerios nuevos. Sabiduría en los jóvenes. Cumplo mis promesas. Aún no han visto nada. Depositarios de una Obra que es proyecto del Padre. Él la inspira. Gracia de animadores de mi Palabra. Los bendigo como Cuerpo que crece. Los bendigo como miembros nuevos de mi Iglesia. ¡Ella ya se alegrará de crecer! Les anuncio que éste es un tiempo de adviento. Mi Iglesia está esperando. Es un Amor nuevo lo que espera. Les anuncio tiempo de adviento en sus corazones. Vivan la esperanza. ¡Alégrense en la Providencia del Padre!»
Gloria y alabanza al Señor que todo lo revela a su momento. Amén a Jesús que es el Señor y nosotros, errantes en su Palabra, portadores de la reconciliación y miembros nuevos de una Iglesia renovada, ¡amén, gloria, aleluia! Jesús es la esperanza que este mundo desconoce. ¡Gloria! ¡Amén! (24/10/76).
Los tiempos en que el Señor nos gestó, nacimos y comenzamos a crecer, no eran fáciles. En la cruz estaba el camino del Movimiento. El medio ambiente social se caracterizaba por la violencia y el "hippismo"; los grupos de jóvenes eran mirados con recelo y con sospecha, pero el Señor nos protegió y más de una vez, admirablemente. Eclesialmente, los tiempos también eran difíciles: la catequesis en los colegios no encontraba su rumbo, y muchas veces tomaba un enfoque natural del conocimiento humano. El compromiso social era mirado sólo "horizontalmente". Los jóvenes desertaban de la Iglesia y los seminarios y noviciados estaban vacíos y se cerraban. Como grupo nuevo y con la novedad de la oración grupal espontánea también éramos mirados con recelo y desconfianza muchas veces. Pero también aquí el Señor no dejó de depararnos eclesialmente manos fraternas, amigas, y de visión pastoral.
Tomar conciencia de nuestra identidad fue un mirar lo que el Señor hacía con nosotros, reparar en los comentarios de quienes nos conocían de cerca, y mirarnos en relación a otras fuerzas espirituales de Iglesia que conocíamos.
Así encontrábamos semejanzas de diverso signo con Schönstatt, con el Movimiento de los Focolares y, por nuestra oración grupal espontánea, con el Movimiento Carismático.
Cuando espontáneamente apareció la experiencia carismática en los grupos, sabíamos que no era eso lo que nos definía; que nuestra identidad no podía ser enunciada como la "renovación carismática" de la Iglesia.
En una ocasión, un dirigente del Movimiento de Renovación Carismática me ofreció el poder constituirnos en la rama juvenil del dicho Movimiento.
Probablemente esto hizo que algunos miembros de tal movimiento hermano creyeran que los grupos juveniles de oración se desgajaron del Movimiento Carismático. No fue así, porque desde los comienzos, fuimos sabiamente asesorados por un Superior trapense a observar el desenvolvimiento de nuestra peculiaridad grupal. En ese sentido decimos que no somos "carismáticos". Lo que nos caracteriza —por gracia de Dios— es el Evangelio y en él encontramos también lo carismático. Es decir participamos de lo carismático. Nuestra finalidad, desde una evangelización continuada, es buscar las estructuras adecuadas a un Pueblo que desarrolla la evangelización en el pastoreo de su vida personal y comunitaria, y tender efectivamente a la renovación evangélica de la sociedad, creando —con el poder del Espíritu— una civilización del Pueblo de Dios en el mundo, bajo el Señorío de Cristo Jesús, nuestro Señor.
Así hemos descubierto que la "civilización del Amor" es el aspecto temporal de la evangelización. Y que, a través del trabajo y las profesiones, hechos ofrecimiento y consagración, el cristiano está llamado comunitariamente a desarrollar el Plan de Dios para la vida temporal y la historia del hombre.
En este sentido participamos de la renovación social y cultural del mundo sin identificarnos con grupos de actividad ideológica, de política partidista o de mera promoción humana y social.
El discernimiento pastoral y la actividad profética nos hizo profundizar la identidad de dos sentidos:
1) Podríamos hablar del ministerio de la Palabra, el Carisma del Amor (1 Cor 13) y el Señorío de Jesús en el mundo, como síntesis de nuestra conciencia de ser;
2) Se nos relacionaba la identidad de la Obra con las figuras apostólicas: Pedro en la dimensión eclesial y pastoral de los grupos (Jn 21,15-17), Juan en la dimensión fraterna y comunitaria del Movimiento (1 Jn 3,11-18; 4,7-16) y Pablo en la dimensión misional de la evangelización.
Simultáneamente a esta conciencia de ser El Movimiento de la Palabra de Dios se expresaba, de distintos modos, la vinculación de los grupos con nuestro Padre Dios. Se cultivaba, en la oración, la Alianza con el Padre. De ahí que el Movimiento reconozca como segundo nombre o nombre secundario el de Obra de Dios Padre.
Por eso, éramos movidos a afirmar en marzo de 1977: «Una cosa sabemos, que nuestra respuesta de crecimiento está en caminar fielmente la Providencia del Padre, con una fe semejante a la de Abraham (Hb 11,8-10). Esa fe se enraíza en la oración desde la que el Espíritu Santo guía a los discípulos de Jesús en la comunidad de su Iglesia, para gloria de Dios Padre y salvación de los hombres» [12].
Ahora que los caminos ya están hechos, la gracia nos sigue llamando a ser dóciles al Espíritu Santo derramado. Sólo Él puede llegar a donde no podemos nosotros. En tiempos en que las naciones vuelven al paganismo, es necesario anunciar a Jesús con el poder de su Espíritu; es necesario seguir anunciándolo; es necesario escuchar como de sus labios: "anúncienme a los hombres".
«Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él permanecerá fiel, porque no puede renegar de sí mismo» (2 Tim 2,11-13).
|
1) Cf. Artículos anteriores de Cristo Vive, "Así se gestó
la Obra", Nº 39 pág. 6-7; "Nacimos en una
Pascua", Nº 41 pág. 6-8.
2) Diario Pastoral (Inédito), "Crónica de Pascua II"
3) Ibid "Caminando el Evangelio"
4) Cf. Cristo Vive Nº 10 pág 45-48, 1977.
5) Como testimonio de ese tiempo puede leerse la relación de Lili Guita, laica
consagrada de Nazaret, "El Señor cautivó mi corazón",
en Cristo Vive Nº 54, octubre 1986.
6) Una forma de Comunidad en la que sus miembros no conviven ni tienen compromiso
de consagración.
7) Cf. "Reunidos en Cenáculo", Cristo Vive
Nº 46 pág. 23 marzo 1985.
8) Cf. "El Movimiento de la Palabra de Dios",
Cristo Vive Nº 7 pág. 14, marzo 1977.
9) Diario Pastoral, "Apuntes del Primer Cursillo de Evangelización".
10) Cf. "Nuestra Identidad", Cristo Vive Nº
4 pág. 2, junio 1976.
11) Ver nota 8, pág. 15.
12) Ver nota 8, pág. 18.
© El Movimiento de la Palabra de Dios, una comunidad pastoral y discipular católica. Este documento fue inicialmente publicado por su Editorial de la Palabra de Dios y puede reproducirse a condición de mencionar su procedencia. |