En muchas
grandes tradiciones religiosas
se encuentran testimonios de
la íntima unión entre la relación
con Dios
y la ética del amor por todos
los hombres

Bajar el documento

Exhortación apostólica postsinodal

Verbum Domini (La Palabra del Señor)

TERCERA PARTE - VERBUM MUNDO
  Palabra de Dios y diálogo interreligioso

El valor del diálogo interreligioso

117. La Iglesia reconoce como parte esencial del anuncio de la Palabra el encuentro y la colaboración con todos los hombres de buena voluntad, en particular con las personas pertenecientes a las diferentes tradiciones religiosas, evitando formas de sincretismo y relativismo, y siguiendo los criterios indicados por la Declaración Nostra aetate del Concilio Vaticano II, desarrollados por el Magisterio sucesivo de los sumos pontífices [376]. El rápido proceso de globalización, característico de nuestra época, hace que se viva en un contacto más estrecho con personas de culturas y religiones diferentes. Se trata de una oportunidad providencial para manifestar cómo el auténtico sentido religioso puede promover entre los hombres relaciones de hermandad universal. Es de gran importancia que las religiones  favorezcan en nuestras sociedades,  con

frecuencia secularizadas, una mentalidad que vea en Dios Todopoderoso el fundamento de todo bien, la fuente inagotable de la vida moral, sustento de un sentido profundo de hermandad universal.

Por ejemplo, en la tradición judeocristiana se encuentra el sugestivo testimonio del amor de Dios por todos los pueblos que, en la alianza establecida con Noé, reúne en un único gran abrazo, simbolizado por el «arco en el cielo» (Gn 9,13.14.16), y que, según las palabras de los profetas, quiere recoger en una única familia universal (cf. Is 2,2ss; 42,6; 66,18-21; Jer 4,2; Sal 47). De hecho, en muchas grandes tradiciones religiosas se encuentran testimonios de la íntima unión entre la relación con Dios y la ética del amor por todos los hombres.

Diálogo entre cristianos y musulmanes

118. Entre las diversas religiones, la Iglesia «mira también con aprecio a los musulmanes, que reconocen la existencia de un Dios único» [377]; hacen referencia y dan culto a Dios, sobre todo con la plegaria, la limosna y el ayuno. Reconocemos que en la tradición del Islam hay muchas figuras, símbolos y temas bíblicos. En continuidad con la importante obra del venerable Juan Pablo II, confío en que las relaciones inspiradas en la confianza, que se han establecido desde hace años entre cristianos y musulmanes, prosigan y se desarrollen en un espíritu de diálogo  sincero y respetuoso [378].  En este diálogo,  el Sí-

nodo ha expresado el deseo de que se profundice en el respeto de la vida como valor fundamental, en los derechos inalienables del hombre y la mujer y su igual dignidad. Teniendo en cuenta la distinción entre el orden sociopolítico y el orden religioso, las religiones han de ofrecer su aporte al bien común. El Sínodo pide a las Conferencias Episcopales, donde sea oportuno y provechoso, que favorezcan encuentros de conocimiento recíproco entre cristianos y musulmanes, para promover los valores que necesita la sociedad para una convivencia pacífica y positiva [379].

Diálogo con las demás religiones

119. Además, deseo manifestar en esta circunstancia el respeto de la Iglesia por las antiguas religiones y tradiciones espirituales de los diversos continentes; éstas contienen valores de respeto y colaboración que pueden favorecer mucho la comprensión entre las personas y los pueblos [380]. Constatamos frecuentemente sintonías con valores expresados también en sus libros religiosos como, por ejemplo, el respeto de la vida, la contemplación,  el si-

lencio y la sencillez en el budismo; el sentido de lo sagrado, del sacrificio y del ayuno en el hinduismo, como también los valores familiares y sociales en el confucianismo. Vemos además en otras experiencias religiosas una atención sincera por la trascendencia de Dios, reconocido como el Creador, así como también por el respeto de la vida, del matrimonio y la familia, y un fuerte sentido de la solidaridad.

Diálogo y libertad religiosa

120. Sin embargo, el diálogo no sería fecundo si éste no incluyera también un auténtico respeto por cada persona, para que pueda profesar libremente la propia religión. Por eso, el Sínodo, a la vez que promueve la colaboración entre los exponentes de las diversas religiones, recuerda también «la necesidad de que se asegure de manera efectiva a todos los creyentes  la libertad  de profesar  su propia reli-

gión en privado y en público, además de la libertad de conciencia» [381]. En efecto, «el respeto y el diálogo requieren, consiguientemente, la reciprocidad en todos los terrenos, sobre todo en lo que concierne a las libertades fundamentales, y en particular, a la libertad religiosa. Favorecen la paz y el entendimiento entre los pueblos» [382].


NOTAS

[376] Entre las numerosas intervenciones de diverso tipo, recuérdese: Juan Pablo II, Dominum et vivificantem (18 mayo 1986); Id., Redemptoris Missio (7 diciembre 1990); Id., Discursos y homilías en Asís con ocasión de la Jornada de oración por la paz (27 octubre 1986); Jornada de oración por la paz en el mundo (24 enero 2002); Congregación para la Doctrina de la Fe, Dominus Iesus (6 agosto 2000).

[377] Cf. Nostra aetate, 3.

[378] Cf. Discurso a los embajadores de los países de mayoría musulmana acreditados ante la Santa Sede (25 setiembre 2006).

[379] Cf. Propositio 53.

[380] Cf. Propositio 50.

[381] Ibíd.

[382] Juan Pablo II, Discurso en el encuentro con los jóvenes musulmanes en Casablanca, Marruecos (19 agosto 1985), 5.

Este documento se ofrece instar manuscripti para su divulgación. Es una copia de trabajo para uso interno de El Movimiento de la Palabra de Dios, y ha sido depurada dentro de lo posible de errores de tipeo o traducción. Para facilitar su lectura las citas bíblicas se tomaron de El Libro del Pueblo de Dios.